miércoles, 7 de abril de 2010

Estampida viene de estampa

Ochocientos millones de dólares ha pagado la Iglesia Católica en los EE. UU para silenciar a las victimas de pederastia de sus sacerdotes, al mismo tiempo en Irlanda sólo un escrito de condena lamenta los mismos hechos y es seguro que el propio Papa cuando “sólo” era cardenal Ratzinger ante otro caso flagrante se limitó apartar de la diócesis al inculpado recomendándole retiro y oración para expiar sus culpas, amparándose en la ancianidad del interesado, sin que las víctimas tuvieran ocasión de manifestarse y ni siquiera se les diera ninguna explicación.

¿Por qué no se ha enjuiciado a estos sacerdotes? ¿Puede alguien ser juez y parte al mismo tiempo? ¿Quién asigna la cantidad a pagar y cuántas y quiénes son la víctimas? ¿De dónde sale el dinero destinado a estas indemnizaciones? ¿No es encubridor de un delito quien protege al culpable? ¿Acaso los profesionales de la Iglesia no pueden ser juzgados como todos los demás? ¿Qué autoridad puede tener el hoy Papa si se demostrara que encubrió a un pederasta? ¿Por qué nadie lo investiga si está perfectamente documentado? ¿No es posible que muchos de estos casos se hubieran evitado si los curas pudieran casarse? ¿Por qué las monjas no tienen el mismo eco en casos similares?

Cuando en el mundo se habla de igualdad ente sexos la Iglesia Católica sigue cerrada y encerrada sobre si misma, no parece escuchar, no parece enterarse de que el mundo está en constante evolución, que las transformaciones son vertiginosas y a la adaptación a los nuevos cambios implican las mismas oportunidades hombre-mujer. La Iglesia es el último reducto machista en pleno siglo XXI en el que la mujer está relegada por imposición al último peldaño en la escala de autoridad dentro de su organigrama, algo que está en contradicción con los derechos constitucionales en España y fácilmente recurrible ante el Tribunal Europeo, la Iglesia que se queja de la falta de vocaciones prefiere seguir manteniendo estas imposiciones machistas y un celibato impuesto por obligación antes que escuchar a sus fieles que claman contra las normas que van contra la propia naturaleza.

¿Cuántas vocaciones quedan frustradas por no estar de acuerdo con estas exigencias? La Iglesia pierde fieles pero gracias a Dios no pierde creyentes. Se dice que hay una campaña contra la Iglesia lo cual no es verdad, lo que hay son voces que claman por la justicia y la claridad en su mensaje, por romper barreras que coartan la salud mental y física de sus integrantes y sobre todo rechazan la actitud intransigente de esta curia que predica un evangelio que luego no practica.

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona