martes, 2 de noviembre de 2010

VISPERA DE TODOS LOS SANTOS

Más cuadra que pajar y más bodega que zaguán, no  parecía el sitio más indicado para pasar la primera noche en aquella ciudad pero ante la inseguridad de que los estudiantes tornaran a ocupar la casa decidieron acomodarse de la mejor manera y en la forma que el Señor dispusiera. Apañaron un montón de paja en uno de los rincones  y después de sacudir las paredes para hacer desaparecer las  densas telarañas que de allí colgaban decidieron llegado el momento de rebujarse entre las mantas. No bien lo intentaron se dieron cuenta que lo menguado de sus previsiones ya que se hacía imposible cubrirse los pies si en el mismo gesto se pretendían embozar. 

En estiramientos y zozobras se les alargó la noche y entre el frío que sentían, el miedo a los ruidos extraños en el desván, el silbido del viento al colarse entre las rendijas, el temblor que los carros producían al pisar el enchinarrado delante de la casa  y el lúgubre tañer de campanas en el día de difuntos habían hecho que aquella noche no se les olvidara jamás. Dieron en pensar si algún  estudiante se hubiera quedado en el “sobrao” para hacer alguna de las suyas y de esto a desear que aparecieran las primeras luces del alba se dieron en encomendar a Dios por si a bien quisiera llamarlas a su presencia disputándose cada una en ser la primera en dejar aquel lecho  de paja en que habían dejado caer sus cuerpos derrengados  después del largo viaje.

La hermana María del Sacramento fue la primera en lo que pareció ser el despertar si es que a ello puede llamarse el levantarse sin haber dormido y o bien por el frío de la noche o porque el reuma se le hizo más patente el caso es que se entregó con toda dedicación al oficio de masajear las piernas con el fin de aliviar dolores y distraer el frío haciendo que la sangre circulase por las aceñas que obstruían su venas. No bien se había movido notó el bullir de su compañera que cuadriculada y atrofiada la musculatura había aguantado toda la noche dándole calor y no poco consuelo haciéndole ver el merecimiento tan extraordinario que este lance les produciría delante del Señor.

Una vez recompuesta su indumentaria se recogieron en oración dando gracias al cielo y pidiendo que las hermanas que habían de llegar desde Medina del Campo; tuvieran mejor impresión de aquella casa que había de ser fundada para la reforma del Carmelo.

Así debió ser, la primera noche pasada en Salamanca por Santa Teresa junto a la hermana María del Sacramento y dice en sus memorias que fue la experiencia  más dura vivida en todas sus fundaciones. La casa se mantiene en pie y lo curioso de la historia es que coincidió precisamente cuando en Salamanca las campanas de sus numerosas iglesias tañían a difuntos en un lúgubre y acompasado lamento.

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona