….Oye y cuando vayas a Santiz el día de las águedas le llevas a la santa una
vela de mi parte que ya te la pagaré yo cuando nos veamos.
….Pero tía….
…Si; si hija si no te creas que se me ha olvidado ningún año
pero este año sobre todo acuérdate de ponerle una vela bien grande de mi
parte…oye no te preocupes por el dinero que ya te la pagaré yo cuando vaya que
ya sabes que siempre cumplo mi palabra.
La carcajada fue de las que hacen época; mi hermana estaba
hablando con mi tía Fe que en estos días cumple 101 años pero…en Canadá.
Es sorprendente pensar que una tradición que viene del siglo
III pueda mantenerse hasta nuestros días, la historia dice que una noble virgen
sufrió martirio por no querer entregarse al gobernador Italiano de la provincia
un tal Quinciano cuyo recuerdo también
sigue presente pero en forma de pelele que una vez volteado y manteado por las féminas
es quemado en la hoguera entre muestras de desprecio y jubilo justiciero.
La fiesta sigue celebrándose el cinco de Febrero en muchos
pueblos castellanos y es propia y exclusiva de las mujeres de cada lugar siendo
estas y nadie más las que mandan ese día y para su respeto se les entrega el bastón
de mando de la alcaldía que ellas
aprovechan para aplicar bandos feministas y recaudatorios con los que celebrar
después una buena pitanza con baile
festivo donde el varón queda anulado y relegado a mero servidor y capricho de
las damas.
Esta fiesta que ahora se celebra con tintes folclóricos significó
mucho para las mujeres en tiempos en los que dependían del barón al que tenían
que pedir permiso para viajar, abrir cuenta en un banco o estudiar y si bien hoy se mantiene a nivel testimonial en
su día sirvió de excusa para crear asociaciones bajo la definición de cofradías
exclusivamente de mujeres con cuyo
pretexto se reunían y establecían contactos con otras agrupaciones hasta conseguir
alguno de los pocos reconocimientos y derechos a los que en épocas pasadas pudieron aspirar.
Que esta fiesta del siglo III siga vigente y permanezca en
el recuerdo de una mujer de 101 años y a miles de kilómetros de su pequeño pueblo
debe hacernos pensar en el poder de las
tradiciones como vehículo cultural y sobre todo como la voz de los recuerdos es tan potente que ni
los años, ni el idioma, ni la distancia puede anularlos, mi tía Fe este día
visitará su pueblo mentalmente recorrerá sus calles con el resto de las
aguederas con saya, mantón de manila o
traje de manteo y sin proponérselo habrá hecho perdurar en el tiempo una
tradición de hace mas de XVIII siglos, la historia sigue su curso y esta vez al
otro lado del mar.
También en Barcelona al menos las mujeres del centro
castellano y leones celebran esta fiesta vestidas a la antigua usanza con una
misa tradicional y procesión por las calles del barrio.
CUANDO ALGUIEN EMIGRA SIEMPRE PASA DE CONTRABANDO LA MALETA
DE SUS RECUERDOS
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