jueves, 28 de febrero de 2013

HERMANOS DE LECHE


Me nacieron el veintinueve de febrero y un barreño de cinc fue mi primera cuna donde el  agua tibia y el genio de una vecina me acogieron renegrido y con buenos pulmones; el rechazo al agua fue mi primera indicación de rebeldía pues al borde de aquel caldero aseguran me agarré fuerte para no ser sumergido. Criselda la vecina me apodó negrete nada mas verme y este apodo arrastré  mientras fui niño de barrio y de él no reniego pues por ser de mas cariñoso me identificó entre los de mi generación.

Fue mi casa chata de altura con  corral en la trasera donde gallinas y conejos jugaban al escondite y en un rincón dormía una pila de piedra a la que hicimos cómplice del ahogamiento de un caballo de cartón al que por ponerlo gordo le sentaron mal las aguas y desmejoraron el aspecto hasta hacerlo irreconocible. Un tren de verdad pasaba varias veces al día delante de nuestra puerta y eran los maquinistas tan amigos nuestros que siempre correspondían a nuestro saludo con los pitidos estridentes de sus locomotoras hasta que alguien nos despojó de esta ilusión al asegurarnos que lo único que querían era advertirnos del peligro de su proximidad.

Amador mi hermano  de leche que no de sangre lo fue por que su madre murió de resultas  del parto y según costumbre en la época el amamantar huérfanos  debía ser normal debido al alto índice de mortalidad a si pues compartimos leche y alternamos teta y no debió de irle mal la sustancia pues  él se llevó la mejor parte y en él se vació la inteligencia y la inclinación al estudio pues llegó a ser maestro en letras dejándome a mí las escurriajas del saber y el empecinamiento en no querer.

Tiempo a que no se de mi hermano Amador mas lo que sé es que es hombre bueno casado y con hijos más desconozco si  conserva los buenos recuerdos de nuestra niñez y la emoción con que esperábamos sentados en el bordillo de la acera el paso del tren hasta comprobar que nuestros amigos maquinistas nos contestaban al saludo, tampoco si tiene los mismos recuerdos del carro y de las mulas del señor Prudencio o los clavos que requisamos del banco de carpintero donde trabajaba el señor Eladio o de su mujer la Señora Julia que nos socorría ante cualquier contratiempo pero también nos largaba un pellizco a modo de saludo y el paso de aquel buhonero que con su burra cargada con mil alforjas y aguaderas transportaba el vetusto supermercado de golosinas donde  altramuces, pipas, chufas, caramelos, chicles,  bolas de anís  y  el extracto de regaliz eran objetivo de nuestra inversión dominguera.

Aquel fue mi mundo feliz durante cuatro o cinco años ahora desaparecido y engullido por los grandes edificios de la  expansión salmantina pero al que regreso mentalmente cada vez que transito por la que ahora llaman pomposamente avenida de Portugal de la capital charra, a esa universidad y a ese barrio debo buena parte de lo que soy y la suerte de no haber sido.

EL LIBRO DE LA VIDA ES EL UNICO QUE NO PERMITE REEDICIONES  

2 comentarios:

  1. Que recuerdos me trae este artículo tuyo.
    Marqués de Caballero se llamaba tu calle, hoy como dices, la han ascendido de categoría a avenida de Portugal. A mí personalmente me gustaba más su antiguo nombre.
    Dicen que todos añoramos nuestra tierra, y es verdad. Yo también quiero a tu Salamanca....Nuestra Salamanca.
    Un abrazo, y que los dos, aunque vivimos en otra ciudad, podamos verla muchos años.

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    1. Querido Fede: Algunas veces he estado tentado en hacerte protagonista de alguno de mis escritos pero por el temor de no agradarte lo he dejado siempre en el tintero. Tus trabajos siempre meticulosos fueron siempre para mi un motivo de orgullo y mi meta imposible y hasta donde yo pude guardé con mucho cariño el juego del "Palet" que calcaste con tantisima precisión que resultó ser mejor que el original. Gracias por leerme. Un abrazo.

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona