domingo, 17 de marzo de 2013

COLEGIO SALESIANO DE SALAMANCA FIESTA DE SAN JOSE


Chocolate con bizcochos era la parte más celebrada del recibimiento obligado a los antiguos propietarios  de la fábrica Mirat y ahora también benefactores del colegio salesiano en el día de San José una de las efemérides mas señalada en aquel proyecto de colegio que debió sustituir al de San Benito de la calle compañía pero la previsión se retrasó en el tiempo  y ahí nos tienen ustedes dando clases por turnos en una especie de semisótano en la propia obra que tanto se aplicaba para la enseñanza como se transformaba en taller de carpintería,  escenario de teatro  o salón de juegos de mesa domingos y festivos.

A pesar de nuestras carencias podíamos considerarnos afortunados la ilusión por conseguir un colegio mejor,  más amplio y mas nuevo que el viejo San Benito nos hacía sentir dueños de nuestro futuro y  no dudábamos en tirar de carretilla o manejar  pico y  pala  si era necesario porque entendíamos que si ayudábamos  a los obreros que trabajaban a nuestro alrededor conseguiríamos acelerar el proceso y con ello disfrutar antes de nuestras flamantes instalaciones.

En la foto de la primera mesa: Alfredo, Pacheco, (Ingresó como salesiano) Isidro Jaspe( Jugó en El Salamanca) Canario I,  J. Hernandez, Canario II, Francisco Jaspe y  Damián Bermejo.
En la segunda mesa: M. Molina (Murió siendo campean de España de motociclismo),  Alfonso,  Fraile, Pedro, Macías, Diez.
D. Vitorio Mirón nuestro director tenía por costumbre invitar a  gente más o menos acomodados para suponemos enseñarles nuestras penurias y con ellas ablandar corazones y soltar bolsillos, pero ninguna visita nos obligaba tanto como cuando el matrimonio formado por D. José y su esposa Josefina se acercaban a saludarnos coincidiendo con la fiesta de su onomástica, aquel día había chocolate y bizcochos después de la misa que por supuesto corrían a cargo de los homenajeados y allí nos tienen ropa dominguera de calzón corto como era preceptivo en aquel tiempo, comportamiento ejemplar en la mollera por mandato imperativo y  los inevitables poemas escritos para la ocasión por los más inspirados escritores de cada clase convertidos ahora en halagadores obligados  de nuestros benefactores, llegado el  momento D. Vitorio se arrancaba a golpe de acordeón con los himnos a la pureza de Domingo Sabio a los que  nosotros en un desgañitamiento controlado a fuerza de ensayos le dábamos tanta marcha que nadie sabría decir si lo hacíamos por agradar a las visitas o por terminar cuanto antes con el fin de dar buena cuenta de un chocolate cuyo aroma nos llegaba en oleadas y que por lo espeso bien podría servir de argamasa para pegar los ladrillos de la obra que nos rodeaba. No sé si los donativos de aquella pareja resultaban tan sustanciosos como parecían pero a juzgar por los agasajos que les preparábamos  debían ser esplendidos  y sobre todo nos permitían a su costa repetir chocolate unas cuantas veces, mientras los vivas a San José se atascaban entre los bizcochos y el siempre ardiente y negro cacao.

Cuando ahora se habla de carencias para estudiar, de falta de medios,   de ausencia de transporte apropiado o de falta de estimulo  me remonto  a los inicios de aquel colegio donde quizá los exámenes no eran muy rigurosos  ni las notas significaban demasiado pero donde se nos inculcó tanto el valor del esfuerzo que sin ser asignatura obligada se convirtió en el lema fundamental de nuestra vida.

NO PRESUMAS DE QUE SABES DEMUESTRAMÉ LO QUE VALES

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona