Es una faena que tengas que
aguantar el frio y la lluvia solo por acompañar a un pariente o a un amigo que
se empeña en fumar mientras toma café en el bar de la barriada y al que además
de aguantar que te cuente su vida tienes que agradecerle que no te haga tragar
el humo de su cigarro porque si está fumando en la calle es por que respeta tu
derecho a no contraer un cáncer y tu como más educado o menos descarado no te
atreves a decirle que el maldito cáncer es posible que no me alcance pero que
de la pulmonía y la bronquitis no me salvo por que el jodido frio de la terraza
me está dejando los pies helados y el cortado que pretendía tomar calentito en un
principio está ahora tan frio que bien podría servir como cataplasma
ahuyentador de fiebres tifoideas.
Y es que el muy puñetero se
empeña en no dejar un resquicio en la conversación donde yo pudiera meter una
cuña y tras ella poder decirle que mi grado de paciencia y resistencia física
está al límite que mi comprensión para
con su vicio no tiene por que implicar en mi penitencia alguna pero él dale que
dale y fuma que fuma y yo impertérrito cual estatua empiezo a medir mentalmente
los centímetros que le quedan a su cigarro y la intensidad de sus caladas
pidiendo a Dios que en ese momento le envíe un ataque de tos que agilice mi
liberación y sea conmutada mi pena sin más alegato que mi indefensión y
excesivo comedimiento, pero nada el muy jodido parece un malabarista en el arte
de fumar y no solo espacia mas las caladas si no que las hace menos intensas y
lo que podía haberse convertido en una “colacha” infumable es ahora ejemplo y decálogo
del buen fumador que de un cigarro hace dos y de un amigo hace un pandero y
aquí es cuando me planto y me dije ahora
o nunca y decido ponerme en pié dando por terminada la conversación con
la excusa de ir al baño momento en que me doy cuenta que mis pies no me
sostienen por que están congelados pero a los que pido un último esfuerzo
mientras se acerca el camarero que por
pura inercia me alarga la cuenta la cual saldo encantado sin esperar el cambio
mientras me giro de espaldas a mi interlocutor para evitar ser acometido de
nuevo.
Pero he aquí mi sorpresa cuando veo que un
nuevo palomo ha caído en las redes de mi monologista, un vecino que se supone
pasaba por allí sin ningún deseo de entretenerse a sido invitado por el
tertuliano oficial a sentarse en la misma silla que ocupaba mi menda hacía un
momento siguiendo el mismo protocolo, petición del cortadito calentito y bien cargado para ambos pero esta
vez con una copita de coñac para el protagonista; un nuevo metisaca al paquete
de tabaco y un nuevo cigarrillo que me hace salir despavorido mientras llego a
la conclusión de que el cigarrito se lo
fuma él, el humo lo aguantamos todos, la cuenta la pagas tu por ser el primero en
salir y los analgésicos contra el resfriado a cuenta de cada uno. ¡Jodida vida
esta la de ser educado!
SI AL PAPA LO ELIGEN CON HUMO EL CONCLAVE
TENDRIAN QUE CELEBRARSE AL AIRE LIBRE
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