Un año más los amigos del Centro Castellano y Leones salieron
en procesión por las calles de Barcelona portando las andas de nuestra patrona
Santa Teresa, el colorido de las banderas de nuestras provincias y comunidades y
el grupo de bailes regionales abriendo la procesión acompañados del sonido de
la dulzaina y el tamboril trasladaron a la calle el sabor y la tradición en un mosaico entrañable
y emotivo que posteriormente dio paso a la
celebración de la santa misa cantada por la coral del propio centro, la solemnidad de la celebración se cerró con la
ofrenda tradicional en la que participaron otras casas regionales ataviadas con
sus trajes típicos y el grupo de baile que como siempre nos emocionó con su danza
delante del altar mayor.
El saludo entre paisanos siempre entraña un punto de
nostalgia, el paso del tiempo ha nevado nuestro cabello y nos ha hecho
conservadores, ya no se habla de proyectos de futuro ni aspiraciones
profesionales, ahora se habla de reumas, hijos, nietos y alguno de la casa del
pueblo que no visita tanto como querría, el catalán sigue siendo asignatura
pendiente y a no dudarlo de ella quedaremos suspendidos sin posible repesca, la
independencia es tema obligado y quien más quien menos es consciente de que
nuestro tiempo comienza a conjugarse en pasado, el futuro está en manos de
nuestros hijos en los que por ley natural los sentimientos de cuna están más dispersos
pero su catalanidad será indiscutible.
No es fácil despedirnos de estos buenos amigos y mientras me
despojo de mi capa castellana el pensamiento viaja sin quererlo hasta la tierra
que nos vio nacer, sentimientos encontrados que pugnan por justificar nuestra
estancia fuera de ella, nuestro querer progresar sin tener que salir o nuestro
tener que salir por querer progresar. Es una verdad incontestable que el
progreso económico en Cataluña lo hemos generado en gran medida los que
arribamos de otras latitudes y es por ello y por el sentimiento de pertenencia
por lo que en gran medida se ha frenado el voto independentista, pero hemos de
reconocer lo poquito que hicieron en su momento nuestras ahora autonomías por
retenernos y crear puestos de trabajo, mientras en Cataluña se considera un
desdoro tener que salir de esta tierra para buscar fuera un puesto de trabajo,
recuerdo que en castilla se vivía como un triunfo o un inmejorable proyecto de
futuro el encontrar acomodo en la capital de España o en esta Cataluña o país
vasco que ahora tanto nos desequilibran.
No he visto a ningún político valorar las diferencias no por el progreso de algunas autonomías si no por la dejadez de otras en las que vivir de las rentas era el epicentro económico y el pequeño comercio no pasaba de ser el mendigo de la esquina que a duras penas sacaba para poder sobrevivir, los demás bien hacían con coger los bártulos y embocar el camino de la emigración.
LO MALO DE PEINAR CANAS
ES QUE EL PEINE NO SEA NUESTRO
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