Cuando en la familia se recordaba a alguien fallecido siempre se añadía esta especie de jaculatoria: (que en gloria esté) apostillando que deseábamos que el mencionado estuviera en el mejor de los paraísos, no es este el caso, mi deseo es que este año terminase de una vez para poder dejar su algoritmo en el perchero de los malos recuerdos, no ha sido bueno el dos mil veinticuatro que en esta España nuestra quedará en el recuerdo como el año de la DANA y a nivel mundial será siempre un tiempo de masacres humanitarias incluidas las guerras, la hambruna y la emigración de los cayucos.
El 2024 se llevó por delante entre otros a dos buenos y queridísimos amigos y aún familiar muy muy cercano y sobre todo se llevó con él tiempos de sufrimiento en vidas que siendo ajenas hicimos nuestras ante la imposibilidad de poder aliviar la pena y el dolor que eso conllevaba. El año que nos deja no cumplió con los deseos de salud y felicidad con los que siempre subrayamos las doce campanadas, ha sido un año traicionero que nos obligó en su final a pasar entre la niebla los días más tradicionales del calendario cristiano.
Pero no quiero despedir el año ya archivado cerrándolo como un libro en el que solo se reflejara la portada del dolor, en este libro quedan escritas también páginas de superación y ejemplos de resignación, también de cariño y unión familiar, páginas que hasta ese momento estaban por escribir en las que todos hemos aportado nuestro granito de arena intentado consolar y acompañar en ese recorrido del que nunca nos sentimos ajenos. En el epilogo este supuesto libro tendría que describirse como un canto a la unión familiar, a los amigos y la evidencia de que detrás de una experiencia traumática siempre puede extraerse un lado positivo, en el que además debería figurar la música y cómo en momentos críticos una simple letrilla del cancionero popular puede despertar sensaciones que parecían perdidas,fue también la música una palanca con la que superar las limitaciones físicas y una motivación para seguir agarrandose a la vida.
SOLO EL SEDIMENTO DE NUESTRA PARTITURA PERDURA EN EL TIEMPO
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