(Ciento cincuenta aniversario)
Si Sevilla fue su hogar
fueron las trochas sorianas
las tierras donde enraizar.
Fría tierra castellana
cálido y agreste lugar
que entre chopos y encinares
aguardan un olmo vejo
una joven aldeana
un rio y un palomar.
Leonor por nombre llevaba
la niña echa cantar
que la ballesta del Duero
sin dardo vino a enlazar.
Por las tierras de la Francia
vino la niña a enfermar
entre amapolas de sangre
que nadie pudo curar.
Se le murió aquella niña
y con ella el palomar,
y los campos de Castilla
lo vieron al fin marchar.
Deja a Castilla sus versos
hóyese al Duero llorar
murió el olmo sin consuelo
y en un tren de madera va.
Machado el hombre bueno
que nadie quiso salvar
dejó la España perdida
varado en su mismo mar
con una pena escondida
que nadie quiso cerrar.
Colliure es hoy su reino
su trono; cemento y cal
donde no fustiga el viento
solo brisas que al pasar
traen trigales y amapolas
enhebrando en un cantar
las voces que tremoladas
solo piden libertad.
Caminante no hay camino
solo piedras que al pisar
dejaron huellas de sangre
y un rastro de iniquidad.
J. Hernández
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