La leche que os dieron no debió ser de buena calidad o no fue precisamente leche materna, notar vuestro engreimiento delante de las mujeres martirizadas por vosotros o mal atendidas e incluso condenadas a muerte por vuestro ególatra entendimiento me hace pensar que estoy ante alguien que no ha tenido madre, ni hermanas, ni tampoco hijas a las hubierais tenido que mirar a la cara y dar explicaciones del porqué la seguridad social (la de todos) no quiso ni permitió hacer un seguimiento de sus mamografías y lo que es más grave: alteró resultados para inhibirse de cualquier responsabilidad. Sois unos paniaguados de lujo, con nuestros impuestos os hemos proporcionado sillones de caoba y prebendas insultantes mientras vosotros en pago os refugiáis en ventorros indecentes dejando que nuestros conciudadanos murieran porque vuestros efluvios no os permitieran valorar la inminencia de la catástrofe.
No sé de qué leche mamasteis quizá fue de aquella hecha de polvos americanos y es por eso en ella estaba el gen de la soberbia y la altanería, quizá por eso tampoco habéis tramitado con más urgencia el presupuesto para atender a los enfermos de ELA y enfermedades de grandes dependientes, quizá fue porque con vuestros sueldos pudisteis obviar el paso por la seguridad social recurriendo a vuestros sistemas de atención privados para los que parece que también vosotros tenéis una fijación especial, quizá vosotros a pesar de todo podáis dormir bien, quizá vosotros estéis hechos de otra pasta o quizá sea la “pasta” lo único que os preocupa y es por ella por la que una y otra vez aparecéis impolutos en la televisión justificando vuestras indignidades hablando con desprecio de los que solo tienen el recurso de la calle para gritar su desesperación.
Mientras tanto nuestros amigos y parientes siguen muriendo, el azote del cáncer y el ELA segaron la vida de gente muy allegada, ¿pero sabéis una cosa? vuestra falta de escrúpulos fue superada por su dignidad, en esas condiciones había alguien que amaba la vida, nos hizo cantar, nos ayudó a reflexionar, nos inculcó optimismo y sobre todo destapó a su alrededor una enorme admiración y un derroche impensable de simpatía mientras vosotros seguíais apoltronados metidos en trapicheos contables en los que desviar cantidades que hubieran sido más que suficientes para aliviar o dar respuesta a las que vosotros llamáis mujeres histéricas y mentirosas.
La leche que os dieron debió de estar defectuosa o pasada de fecha o tal vez no chupasteis de la mama correcta de lo contrario no se concibe vuestra desvergüenza al dilatar en el tiempo y con tanta soberbia un diagnostico de tal gravedad.
EN TIEMPOS DE FRANCO LA LECHE SE VENDÍA POR LAS ESQUINAS

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