La Salamanca actual ha perdido rincones emblemáticos, perdió también su entrañable aire provinciano y perdió también negocios singulares que murieron en la orilla del progreso ahogados por las multinacionales que copan nuestra piel de toro, las fachadas fueron estandarizadas cambiaron rótulos, escaparates y costumbres, prostituyeron nuestra idiosincrasia y cercenaron peculiaridades hasta entonces irrenunciables.
La Gaceta de Salamanca convoca un concurso de relatos intergeneracionales pero…oh sorpresa solo para residentes en Salamanca y provincia, si vives en otra comunidad parece no tengas ya pureza de sangre, es humillante que un periódico tan tradicional como La Gaceta caiga en el error de obviar los relatos de los que vivimos fuera de casa, no parece que los hacedores de este entuerto reparen en los que al dejar nuestros lares mantenemos aún en nuestras retinas imágenes secuenciadas de lugares, costumbres e historias ya perdidas o a punto de ser olvidadas.
Hoy a modo de ejemplo les brindo este rincón de aquella Salamanca de mis pocos años, es una foto más de las que ido sacando a la luz y que aparecen de vez en cuando en sus publicaciones sin mencionar al autor, en este caso tampoco hace falta, solo hacerles ver que cada detalle, cada rótulo y hasta el propio mobiliario de esta foto tiene un relato propio de los que ustedes llaman intergeneracional. Que el muñeco llamado Nicanor (en primer plano) estaba hecho con papel de estraza y brazos de alambre, que Pensión La Esperanza que tenía entrada por el pasaje que desde la calle Concejo comunicaba con Las Torres en la plaza mayor sirvió más de una vez como refugio de manifestaciones estudiantiles o Pensión Macarena, posada y trajín de cestas y alforjas en días de feria o la farmacia Garcia Isidro en la que para despachar preservativos se llegó a pedir receta médica, o el mismo bar Plus Ultra con televisión prestada para los partidos de futbol traída en volandas por los clientes, o las chicas de la academia de máquinas de coser Alfa con cristaleras a pié de calle propiciando amoríos gesticulares, o Modas Viñuela dechado de elegancia en la ciudad y almibarado escaparate de novias casaderas con la primera puerta entera de cristal que fue causa de muchos descalabros.
Señores de La Gaceta: los que ya pasamos de los ochenta no queremos ser historia, la exclusión por motivos de empadronamiento no parece ser elidóneo para fomentar recuerdos, quizá los que estamos más lejos aupados por la nostalgia retengamos una visión de nuestro pasado mucho más presente.
Muchas gracias, pero créanme solo siento pena por tener que incluirlos a ustedes en el anecdotario de mis contradicciones.
LOS CRISTALES DE LA CALLE ENJUGABAN SUS LÁGRIMAS CON LA GACETA
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