sábado, 6 de enero de 2018

ENCUBRIDOR POR TRANSIGENTE

Me escribe Mauricio, amigo entrañable, precavido y cumplidor, está asustado por el caso de los chicos detenidos en Aranda de Duero acusados de la aparente violación de una menor. Me comenta que en el edificio donde él vive hay unas chicas estudiantes que el supone menores de edad que de vez en cuando se corren buenas  juegas con amigos de su entorno, me dice que lo más grave es que los padres de las chicas le pidieron en su día que como favor que se hiciese cargo de un juego de llaves por si en algún momento sus hijas lo necesitaran y ahí viene su dilema: ¿Lo pueden acusar como encubridor? ¿Debe denunciar el caso a la policía presumiendo que tanto las chicas como los chicos practiquen sexo? Mi amigo está en un sin vivir, tampoco (me dice) se va a poner en medio de la escalera a pedir documentación, ¿Y si denuncia y luego no  hay tales divertimentos? El resto de los vecinos son conocedores del caso, pero ¡claro! a ellos no les piden las llaves del piso cada vez que se les apetece.

He llamado a mi amigo para que se tranquilice y hacerle ver que si cada vez que vemos una parejita “enrollada” tubiéramos que poner una denuncia no habría policía suficiente para tanto caso. En nuestros tiempos todo estaba prohibido, la mayoría de edad estaba en los veintiún años, pasear de la mano con una chica representaba haber contraído un compromiso serio, un beso robado era haber llegado al clímax todo lo demás debía pasar antes por el altar donde jurabas fidelidad a un mundo por descubrir.
Hemos seguido divagando entre el antes y el después, no nos ponemos de acuerdo; la libertad comienza con la información, los chicos de Aranda de Duero lo tienen muy crudo, quizá por una chiquillada pagarán el resto de su vida, quiero pensarlo así, la chica era muy joven pero ellos también, discernir en ese momento si tenía catorce o diez y seis años para considerar si hubo o no delito no está en nuestra mano como tampoco lo sabe mi querido amigo Mauricio al que he tratado de tranquilizar cuando hemos llegado a la conclusión de que en su caso los padres de las chicas deben saber de sus andanzas y son ellos los que deben tomar cartas en el asunto, Mauricio se muestra remiso temiendo quedar como un chivato pero mucha más ha sido mi sorpresa y más cuando me explica la poca importancia que los padres han puesto en el asunto.


      SOLO LA PRENSA PONE A LA NOTICIA VITOLA DE IMPORTANCIA

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona