A propósito de nuestra (a quien le interese) participación en eurovisión me viene a la memoria un personaje muy popular en otro tiempo que pululaba por la calle Paris de la Barcelona de los noventa, era un alfeñique destetado por la vida y desdentado sin remisión, lánguida mirada, legañas de tristezay boca de clown con acueducto por dentadura, por aquel entonces no había farra de señoritos a la que no fuera llamada ni reservado que no transitara, solo su madre lo seguía considerándolo Antoñito, para los demás “Toña La zorra” era carne de divertimento a precio de saldo. Consignatario de trapicheos y notario protagonista de cuanto ocurría en los lúgubres sótanos de Vía Layetana se dejaba ver entre el hotel Paris, El Rincón del Jamón y la Taberna Gallega calle París esquina Enrique Granados y en días señaladospor la parte baja de las ramblas. Toña la zorra había perdido varias veces su condición de persona al aplicarle la Ley de vagos y maleantes, por susfaltas a la moralidad y las buenas costumbres sus paseos hasta los sótanos de la Dirección general de seguridad habían dejado de ser habituales pues como él decía ya no interesaba ni a los malos.
En sus buenos tiempos había tenido clientes fijos y había actuado de Celestina para muchos y muchas intocables de la mal llamada alta sociedad que salían reflejadas en la prensa como ejemplo de familia guardadora de los valores patrios, el aseveraba que no siempre se trataba de vicios mal reprimidos si no una condición sexual equivocada que ocultaban y satisfacían clandestinamente por miedo a la sociedad, nuestra Celestina por antonomasia y correveidile de condición desgranó aquella noche encuentros y vicisitudes en las que se había visto envuelto y de cómo personalidades y conocidos empresarios trans genero de los que ahora incluiríamos en grupos LGBTI ponían piso (según se decía entonces) a efebos y odaliscas donde satisfacer sus verdaderas tendencias sexuales.
Toña la zorra ahora se hubiera sentido homenajeada y enarbolado la bandera del arco iris hubiera gritado al mundo su reconocimiento pero no le dio tiempo, murió asegurando que muchas parejas casadas por la iglesia y unidas de por vida le habían confesado entre sollozos que lo fueron para ocultar su inclinación y no dudaron en traer hijos al mundo como marchamo de autenticidad haciendo de su pareja una víctima inocente traicionada y engañada. Toña la zorra era asturiana y solo vestía ropa masculina para visitar a su madre, en uno de estos viajes falleció, dicen que su madre nunca supo de su condición.
TOÑA LA ZORRA TENÍA COMO BANDERA SU BUEN CORAZÓN
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