viernes, 30 de agosto de 2019

AL CALOR DEL FRIO


Andar pajaril, paso corto, pico abierto,  bastón compartido y ausencia de conversación, así recorrían su camino gastando las poquitas fuerzas que salían de sus pulmones, nuestra pareja menuda de carnes y blanca de tez se paraba en cada esquina midiendo con la vista el tramo que les quedaba hasta la próxima sombra, visten traje holgado sombrero de fieltro y pamelita de rafia, ya en el último tramo sus ansias por llegar les hicieron desistir  de tomar precauciones y bajo un sol de chicharra caminan todo lo deprisa que sus piernas les permiten.

Han cruzado la cancela del supermercado, apoyados en la pared recomponen su atuendo, respiran hondo, lograron el premio del aire acondicionado, se encaminan más sosegados hacia la fila de los carritos desclavando el más próximo con la moneda de cincuenta céntimos  y emparejados comienzan el recorrido por los pasillos entre estanterías repletas de tentaciones.

Me he cruzado con ellos en la sección de pescados, no tienen prisa han ido y han vuelto en varias ocasiones, en su carrito unas piezas de fruta algunas galletas y se supone que por fin algo de pescado, quiero cederles mi turno pero se niegan en redondo. Entablamos una fútil conversación donde el tiempo y el calor son los protagonistas, no tardan en decirme que ellos son clientes habituales  del establecimiento al que acuden cada mañana, que el personal ya los conoce y los trata con amabilidad, que en su piso el calor es asfixiante, que por la tarde solían acudir a una cafetería del barrio  a pasar el rato tomándose un cafetito pero que las últimas veces les pusieron mala cara y ahora han buscado consuelo en un local social donde también hay aire acondicionado, maldicen el verano porque están solos,  sus amigos machan con los hijos y su centro de Gen Gran cierra por vacaciones.

Cuando los dejo me invade  una cierta angustia,  los veo solos, frágiles náufragos en medio de una tormenta sin más refugio que la palmera del aire acondicionado prestada que ellos se ganan conquistando islas de supermercado, como final me dicen que el calor pueden combatirlo, pero temen mas al invierno ya que su casa es una nevera y salir a la calle con mal tiempo es un peligro, comentan como avergonzados que hace mas de dos años solicitaron una ayuda para acondicionar su piso o la posibilidad de ingresar en una residencia (digna) los dos juntos, pero todo el mundo les da largas argumentando la falta de presupuestos, mientras los políticos siguen viviendo de la sopa boba y se gastan un dineral en atender refugiados.

    EL CALOR DEL FRIO ES MAS FRIO POR LA AUSENCIA DE OTRO CALOR
                                                                                     J. Hernández

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona