Ya
las esquilas no cantan
ya
los cencerros no suenan
a Miguel sus carceleros
a su
poesía encadenan.
Cárceles
de odio, sepulcros de historia
barrotes,
cemento, ántrax, sarcoma
yugo
por leyes, venganzas de escoria
cobijo
de liendres, desechos, sin norma
sumidero
que engulle plantel de victoria.
Con
filo de letras sangraste conciencias
tallando
renglones en hoces y espuertas
míseros
jornales, viles las respuestas.
cárceles de oprobio malditas tus puertas
donde
al pastor pobre, rabadán de poetas
lastraron
con plomo sus alas abiertas
dando
nueva vida a las vidas muertas,
no
valieron muros, ni fosos ni puertas
y
libres volaron sus plumas aun sueltas
trepando
los muros, gritando sus gestas.
J. Hernández
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