
Hoy me he llevado una sorpresa: cuando suponía que las paginas de sociedad no merecían la pena y las pasaba con premura y cierta desgana el corazón me ha dado un vuelco, he reparado en una esquela, es la de un amigo de colegio al cual no he vuelto a ver desde entonces.
A mi memoria han venido juegos y proyectos de aquellos años, lo recuerdo perfectamente como un compañero estudioso y sobre todo destacando en matemáticas, serio, analista, juicioso y cumplidor. He tenido que mirar la esquela varias veces para convencerme de que es él; a través de lo reflejado en ella he podido imaginarme su vida de adulto: se casó y ha tenido tres hijas y varios nietos.
Mi pregunta es: ¿cómo le habrá ido la vida? ¿Conseguiría cumplir sus sueños? ¿Mereció la pena tanto estudio y tanto sacrificio? No nos podíamos imaginar que la despedida del colegio sería la ultima y ahora, sin poder recuperar el tiempo perdido, maldigo el no haber tenido un hueco para charlar con el amigo de infancia y darnos noticias de nuestros estados de ánimo y nuestras ilusiones.
¿Merece la pena luchar tanto y no darte cuenta de que pierdes lo más sencillo que es la amistad y el compañerismo? ¿No es verdad que perdemos el norte por un coche, un piso, una casa o mil historias materiales, sin dar valor a lo que realmente merece la pena?
Empezamos juntos en los Salesianos de San Benito, vivimos la emoción del cambio de domicilio del colegio; pasando de unas instalaciones encorsetadas a la amplia panorámica de los Pizarrales donde nos encontrábamos perdidos, sin nuestros puntos de referencia; recuerdo también la competitividad por ser los mejores.
Recuerdo... recuerdo... Recuerdo que en nuestra imaginación estaba reunirnos en el colegio y siendo ya mayores contar nuestras experiencias, partiendo de la base de que habíamos trabajado con ahínco para construirlo, dedicando muchas horas y trabajando a pico y pala.
Ahora ya no será posible, pero tampoco me encuentro con fuerzas para tratar de encontrar al resto de compañeros de mi promoción que estén por el camino, supongo que no sabríamos reconocernos y prefiero parar mi tiempo en las fotos de colegio y dejar que la imaginación cabalgue a su encuentro.
Colegio Salesianos de San Benito/ Pizarrales / Salamanca
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