martes, 9 de diciembre de 2008

Hablemos de idomas: Lo oficial y lo real

No alarméis queridos paisanos, aquí seguimos hablando, trabajando y pagando impuestos también en castellano. Mi partido y mi bandera siguen siendo la calle y sus gentes, yo no tengo problemas en manifestarme en castellano. Puedo aseguraros, por ejemplo que la emisora oficial de la Guardia Urbana transmite las ordenes a sus agentes de los coches patrulla en castellano, también lo hace la empresa de autobuses a sus conductores, si sigues detrás de una pareja de Mossos de Escuadra, en sus rondas callejeras, también entre ellos hablan normalmente en castellano, en los colegios los niños juegan en castellano, la gente joven se divierte en castellano.

Las magníficas bibliotecas que existen en Cataluña en las que dispones de todos los periódicos editados en Barcelona, los primeros en solicitarse son los escritos en castellano, sólo cuando éstos están ocupados hay quien se resigna a leer en catalán. Con el catalán pasa como con la tele, si se pregunta en la calle todo el mundo ve los programas de la segunda cadena, cuando en realidad los medidores de audiencia demuestran que no es cierto.

Un medidor evidente de la realidad del idioma fue el lanzamiento del libro “La Catedral del Mar” aquí en Barcelona: un tema catalán, un autor catalán y una puesta en escena netamente catalana. Batió record de ventas en Cataluña pero poco más del diez por ciento de ellas fue en catalán.

Bien es verdad que las normas y las leyes tratan de imponer el catalán a todo trance, pero no es menos cierto que el pueblo es sabio y, sí bien no dejará que el catalán se pierda y lo aprenderá con verdadera devoción, también sabe que en la práctica en cuanto salga de los limites de Cataluña no le valdrá para nada.

Uno de los factores a tener en cuenta a la hora de valorar la utilización del catalán es la edad de los protagonistas. Si se trata de una persona considerada mayor es seguro que se esforzará más en utilizarlo, pero si es más joven no pondrá tanto empeño. El deseo de imponerlo está más arraigado en aquellos que han vivido los años en que estaba prohibido, para resarcirse de los años de silencio oficial, mientras que las personas más jóvenes no sienten esa necesidad del desquite y, además, al viajar más se dan cuenta de que en la práctica, nadie persigue su idioma, pero tampoco les resulta útil fuera de aquí.

Un flaco favor al idioma catalán se lo infligió el líder de Ezquerra cuando apareció en un programa de televisión Española, y no consintió que castellanizaran su nombre, aduciendo que los nombres propios no tienen traducción, cuando él precisamente no duda en catalanizar el nombre de nuestros reyes, nuestros príncipes o cualquier otra personalidad que se ponga en su camino. El tono, los modos y sus comentarios fueron sancionados una vez más por el pueblo llano, que no dudó en demostrárselo en las elecciones catalanas que vinieron a continuación.

Queridos amigos: todo lo anterior se resume en dos palabras: Sentido Común. Algo que se prohíbe, deja el deseo de resarcirse, algo que se impone deja el deseo de rechazarse, si nada se impone ni se prohíbe queda el sustrato de la normalidad.

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona