lunes, 11 de mayo de 2009

FREGENEDA - UNA HISTORIA DE AMOR

Siguiendo mi costumbre he pedido un cafetito para hacer la espera mas corta, el periódico que corre de mano en mano por el establecimiento habla de gripes, parados y resultados de fútbol, sigo ojeando con cierta desgana pero una noticia de páginas interiores me trasporta a otro escenario y a otro café:


La estación de La Fregeneda actualmente

El café no está malo, tampoco es que sea una cosa del otro jueves pero no he podido negarme a tomarlo ante la insistencia de la señora Patro, lo que ya no quiero es la copa de orujo ni las rosquillas caseras que pretende que me tome, un nudo en la boca del estómago me hace la espera un tanto amarga y, por qué no decirlo, me veo un tanto desolado al abandonar la estación.

Mientras estoy pendiente del espejo del fondo del mostrador, semioculto por las frascas y botellas de orujo, a través del cual puedo ver la puerta de entrada, trato de entretenerme con el viejo periódico abandonado en un velador. Ayer por la mañana cuando llegué me pareció formar parte de un decorado de películas del oeste, tal fue la desolación que encontré que al pararse el tren pensé que aquello no podía ser el destino final de mi viaje, una estación de juguete en medio de la nada, con la sola presencia de una pareja de la guardia civil ojeando al personal, una matrona con cara de aburrida y unos maquinistas con ganas de no entretenerse.


Menos mal que la carita que me trajo hasta aquí me recibió emocionada y nerviosa, y por un momento casi me olvido de que estaba con alguno de su familia y el saludo no pudo pasar de mero protocolo de amistad.
Al otro lado de la vía unas casitas de planta baja dan cobijo al jefe de línea del puesto de la guardia civil, encargado de vigilancia de la frontera con Portugal junto con algunos números de la institución, los mismos que han estado presentes cuando yo he bajado del tren para controlar los pasaportes.

La verdad es que mi novia es una preciosidad y cualquier sacrificio merece la pena, pero solo imaginármela en un lugar como éste me parece tenerla desterrada como quien arranca una flor para llevarla a una estepa.

Ayer hemos recorrido el paisaje que rodea la estación, un paraje impresionante, salvaje y majestuoso de montañas de roca y retama, donde el tomillo y el romero perfuman el ambiente y sólo la vía del tren parece poder dominar un paisaje concebido para ser inhóspito y subyugante al mismo tiempo por su salvaje majestuosidad.
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Los túneles que horadan la montaña se suceden con puentes impresionantes lo que confiere a este tramo de vía una verdadera explosión de claroscuros a cuál más sorprendente dando, la sensación de que los túneles pestañean para sorprendernos a cada movimiento con las fantásticas vistas que desfilan ante nuestros ojos.

Una flor en la estepa
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En este momento alguien oscurece la luz del espejo, instintivamente me vuelvo para confirmar que el motivo no es otro que la entrada de mi chica que llega para reunirnos tal como habíamos quedado. No puedo por menos de darle un beso apasionado, ella ruborizada mira a su alrededor, intentando aflojar mis brazos, parece nerviosa por la gente que pueda estarnos viendo, lo que a mí no me importa nada, la he encontrado preciosa y con esto me basta.

Nos alejamos cogidos de la cintura, ella me reprocha y no se explica la pasión de nuestro reencuentro, yo dejo ir la mirada hasta el periódico abandonado sobre la mesa. La noticia es que proponen poner en funcionamiento el ferrocarril que va desde Fregeneda hasta Portugal, para favorecer el turismo y que la gente pueda seguir disfrutando del impresionante paisaje y de los miradores naturales que sorprenden después de cada túnel, pero por mucho que quieran nadie podrá ver a aquella preciosa chica de la estación que es ahora la abuela de mis nietas y estamos a punto de celebrar en Barcelona nuestro cuarenta aniversario de boda.

2 comentarios:

  1. Federico Jiménez12 de mayo de 2009, 16:18

    Pues enhorabuena para ti y para "TU CHICA" por esos cuarenta años, y que igual que habeis disfrutado estos cuarenta, os deseamos, los que os queremos, que disfruteis otros cuarenta más con vuestros hijos y nietas.
    Mereció la pena los nervios y la espera en la estación de Fregeneda.
    Un abrazo....Fede y familia

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  2. Ricardo Hernández18 de mayo de 2009, 21:15

    Gracias por la espera en esa estación, gracias por llevarte la mejor flor de la estepa y construir juntos un precioso jardín del que hoy brotan dos nuevos tallos...

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona