miércoles, 29 de julio de 2009

ENTRE LA IMPOTENCIA Y LA RABIA


Estamos asistiendo al espectáculo de la desfachatez y la prepotencia. Endomingados y engominados personajes puestos en el escaparate de la evidencia nos están enseñando con su despotismo que el mercado de las influencias y el fielato a que da derecho la política hacen de los cargos públicos un mercadeo incuestionable a base de dádivas y porcentajes.

A nadie consuela verlos entrar en los juzgados con dosieres, maletines y modelos de alta costura, pero pienso en cuantos estos maletines y estas chulerías han dejado en la cuneta por querer hacer las cosas honradamente. Me estoy refiriendo a las pequeñas o medianas empresas que en su momento pujaron para entrar en un concurso o para la concesión de alguna licencia, respetando con mimo las bases y ajustándose a todos los requisitos solicitados. Me imagino la rabia y el desespero del pequeño y mediano empresario que reuniendo todo lo necesario y poniendo sobre la mesa la mejor oferta se quedara sin opciones sabiendo que el pliego presentado había sido desechado de antemano en beneficio de la mordida más suculenta, me imagino a este escrupuloso contribuyente viendo desfilar por su fábrica o taller a una serie de inspectores a los que nunca había visto antes, solo porque objetó no estar de acuerdo en alterar alguna factura.

Trato de imaginar la rabia y el desespero de verse en la cola del paro de muchos asalariados abocados a ello porque su empresa no contó entre sus gastos la parte destinada a regalos y prebendas; trato de imaginar a estos repugnantes personajes viendo como todo un pueblo sigue aclamándolos, aumentando su ego y su soberbia al tiempo que visten las galas propias de sus rapiñas dando así marchamo de autenticidad a sus actuaciones haciendo alarde de sus relaciones sociales, para envidia de terceros. Pienso en fin que somos un pueblo demasiado lastrado por una educación dictatorial, conformados en las migajas dando por sentado que las cosas son así y que no tienen remedio.

Luego vemos a estos personajillos huidos de la justicia que desde países exóticos se ríen de ella y de todos nosotros dando por sentado que son superiores consiguiendo cobertura en programas de máxima audiencia con lo cual además se aseguran unos beneficios a cambio de airear sus vilezas, y entonces es cuando empiezas a pensar que si esto funciona así es que somos un pueblo aborregado falto de ideales adoradores del fantoche y admiradores del despotismo y el ventajista.

Mi indignación es mía, pero déjenme que sienta rabia ajena cuando ves a gente joven, luchando por salir del paro, creando empresas después de pasar por el laberinto de mil formularios, cuando sus ilusiones chocan con la roca de la administración, cuando después de todo esto ponen en el trabajo todos sus recursos y todas sus energías hasta que se encuentran con que en la realidad sólo funcionan las amistades y los contactos y es entonces cuando reniegan de ser honrados, maldicen por ser honestos y dejan de creer que el camino del éxito solo está empedrado por la constancia y el trabajo bien hecho.

A estos personajes del mangoneo en bolsillo ajeno es muy posible que les obliguen a resarcir lo sustraído pagándolo con cárcel o especies, pero ¿quién pagará las ilusiones perdidas de estos pequeños industriales y sobre todo de las familias que dependen de ellos? ¿Quién nos convencerá de que la política es un servicio a la comunidad? ¿Quién va a creer a las distintas televisiones cuando se rasguen las vestiduras ante casos violentos en los que aparecen como abanderados?

2 comentarios:

  1. Se puede decir más alto, pero no más claro. ¡Gran artículo!

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  2. totalmente de acuerdo, pero mientras seamos un pueblo que adora las ganancias rápidas y le baile el agua a aquellos que han hecho fortuna en muy poco tiempo, les ría las gracias y esté esperando las migajas que caen de su mesa, que venetremos a aquellos que viven sin dar un palo un palo al agua ventilando sus miserias, mientras los programas de televisión muestren fines de semana en hoteles de lujo que cuestan 6000 euros y lo que prime sea el lujo y el oropel,no tenemos nada que hacer. quizá sea una constante humana, evita perón ya decía que cuanto con más lujo se mostraba, más la aclamaban los pobres. somos así y me temo que no tenbmos remedio

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona