jueves, 13 de agosto de 2009

DEL TORO DE TORDESILLAS AL BURRITO DE AINETO

Su pelaje es suave, los ojos marrones grandes de mirada noble, pestañas larguísimas, boca grade y poderosa, de belfo blanco y largas orejas; se deja acariciar, come con fruición y buena gana, acude a comer en la mano y no desdeña que le peines y le rasques.

Hoy Segundo ha iniciando un trote corto, girando sus enhiestas orejas para captar sonidos, acudiendo al silbido familiar de su amo a la hora del paseo, mordisqueando constantemente la hierba a su alrededor, molestándose al sentir palmadas en su grupa y sobre todo rebuznando cuando quiere salir de su rutina, cuando reclama atención de una dama o está contento.


Segundo es un burrito zalamero y mimoso, de morro blanco y orejas descomunales que disfruta si lo acarician y trata de jugar a ser de peluche, que pide mimos y da besitos, que corta la hierba como si fueran flores, que llegó a un mudo abandonado por sus mayores y que se espera lo llene con sus descendientes para lo cual le están buscando compañera.


Este burrito negro ha tenido la suerte de venir al Serrablo, donde lo cuidan y miman para que esté contento y sea feliz, para que la raza no se pierda y sobre todo para ser compañero y no esclavo, para ser protagonista sin ser victima.


Hoy cuando abriendo los periódicos te enteras de las salvajadas que se cometen con los animales en las llamadas fiestas populares no puedo por menos de acordarme de Segundo, el burrito de la Guarguera en el pirineo Oscense, rodeado de las caricias y mimos de la gente que le rodea, ejemplar único donde debió haber decenas, protagonista en una tierra antes abandonada y ahora recuperada para una sociedad que quiere estar lejos del consumo y de las prisas, que quiere ser igual que antes para ser diferente ahora, que mima las piedras tratando de reconstruir lo derruido, que trata de adivinar el pasado para hacerlo presente, que quiere en definitiva vivir la naturaleza y acompasar el tiempo, que da protagonismo a los animales sin que estos tengan que ser torturados, donde las gallinas sustituyen a los semáforos, donde los niños no esconden sus juguetes y donde unas huertas compartidas crecen sin componentes químicos.


Si quieren conocer a Segundo busquen un pueblo llamado Aineto en la provincia de Huesca y allí olviden las prisas, aparquen sus relojes y dispónganse a ser testigos de la reconstrucción de un pueblo tal como sería en las fechas que rezan en sus fachadas. Ah, y no olviden que Segundo busca novia, que sea mimosa, alegre y de buena estampa, que le guste la fruta, los mimos y sobre todo que quiera pasear su reala con el orgullo de sentirse protagonista al recuperar lo que fueron sus dominios.


Estoy seguro de que Segundo no entendería que alguien lo maltratase, no comprendería haber cometido algún error tan imperdonable que lo hiciera reo de algún sufrimiento y mucho menos lograría entender que los mismos que le dan de comer fueran capaces de ser sus verdugos, el burrito de Aineto que nació para ayudar al hombre sería incapaz de ocasionar algún mal a los que lo cuidan y jalear cuando los viera sufrir y disfrutar cuando los viera morir. Menos mal que el burrito de Aineto no lee los periódicos.

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona