jueves, 22 de octubre de 2009

SANTA TERESA SE PASEÓ POR BARCELONA

Mal lo hubiéramos hecho si todo dependiera de la ayuda que la junta de Castilla y León nos está brindando; cuando nuestras banderas, estandarte y pendón habrían camino a la comitiva que precedía al paso de Santa Teresa, la expectación de la gente me hizo recapacitar en lo confundidos que debían estar esas personas creyendo que los dirigentes de nuestra tierra estarían apoyándonos, qué lejos estaban de pensar que esta procesión está compuesta por los hijos no deseados de una madre que nos tiene desasistidos pero de la que no queremos renunciar mal que le pese.

Pude ver en las caras de amigos y paisanos la emoción de un acto reivindicativo y sentimental al mismo tiempo, las nietas ataviadas con los trajes regionales trataban de seguir a sus mayores transmitiendo una estampa de continuidad en el tiempo y proyección de futuro.

No puede retraerme de mirar el viejo edificio que dejábamos atrás, el mismo que nos ha cobijado durante tantos años y del que tendremos que salir en pocos meses, sentí rabia de la nula colaboración que nos está prestando la Junta de Castilla y León, de la poca importancia que nos concede, del escasísimo interés que demuestra en fomentar la cultura de nuestra tierra. Sentí rabia también del papel victimista que emplea cuando le conviene al compararse con la expansión de otras comunidades, sentí rabia de cómo nos utiliza con discursos facilones y vacíos de contenido cuando alguno de sus representantes nos visita, de las promesas de incondicional predisposición que se quedan en nada, de sentirte defraudado y mal querido por una tierra que nos vio nacer y de la que siempre sientes la necesidad de defender, sentí rabia de que marchiten la ilusión de nuestros descendientes reflejados en los niños que con pocos años llevan flores a nuestra patrona, sentí rabia de no pertenecer a una comunidad que nos merezca y que nos comprenda.

Cuando en la iglesia la gente joven que integra el grupo de baile danzaba delante de la Santa pensé si aguantaran para tomar el relevo que les dejamos teniendo en cuenta que van a estar desasistidos y solos que no van a sentir el cariño de la tierra de sus padres y que si a nosotros nos abandonan para ellos les resultará mucho más difícil mantener la ilusión por lo no vivido.

El regreso a nuestro viejo edificio resultó cuando menos entrañable, la mezcla de paisanos, amigos y conocidos me recordaba la salida de misa de las fiestas en Alba de Tormes, todos endomingados, todos satisfechos del homenaje dedicado a nuestra patrona durante el fin de semana, pero al mismo tiempo incrédulos por la mezquindad de nuestros políticos que no solo nos niegan cualquier tipo de ayuda si no que además la miserable subvención de cada año la reducirán sustancialmente a partir de ahora.

Estoy seguro que cuando inauguremos el nuevo edificio vendrán para hacerse la foto, cortarán unas cintas que ni siquiera han pagado, tendremos que escuchar lo buenos hijos que somos y tendremos que aguantar que presuman de paternalismo; de lo que ya no estoy seguro es de poder convencer a nuestros descendientes de que la ayuda de nuestra tierra no es más que la dejada en la alfombra de la entrada al limpiarse los zapatos.

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona