lunes, 19 de octubre de 2009

Los premios de la sugestión

En estos días hemos podido ver la puesta en escena de una entrega de premios de las que crean en nosotros la necesidad de consumir lectura al dictado; nadie nos garantiza nada, las más de las veces son libros de poco recorrido que terminas antes de llegar al final, son los libros a los que todo el mundo recurre cuando no sabes qué obsequiar ante un compromiso del que desconoces sus gustos y sólo añades tímidamente que es el ultimo premiado.

Son libros de encargo pactados de antemano entre la editorial y el autor que queda obligado por contrato a promocionar su parto durante meses, en los que la editorial mandará y ordenará dónde y cuándo tiene que firmar y dedicar, lo que puede o no puede decir en las entrevistas para los distintos medios de comunicación y sobre todo no sacar otro libro a la venta mientras dure la campaña de promoción. Es curioso que los ganadores siempre están presentes en la cena donde se supone deben esperar la decisión del jurado, tarea harto difícil porque además de que los originales se entregan bajo seudónimo según esta máxima son tantos los presentados que difícilmente se encontraría un local con suficiente capacidad.

A partir del momento del premio el libro aparecerá en todas las librerías adornará todos los escaparates nos será vendido como indispensable para estar culturalmente al día y lo veremos como en un espejo multiplicador en las estanterías de nuestros conocidos

Yo me siento inmerso en un dilema entre mi conciencia y el sentido común, tengo en mi poder un texto escrito de puño y letra de un autor que por su contenido, aparte de escatológico, incoherente y hasta de mal gusto, tendría que echar al cesto de reciclaje, pero que como fue premiado y el autor ya es difunto me da la sensación de que tengo la obligación moral de guardarlo. Fue premiado por encargo según se descubrió después y además como no tenía obra preparada parece que plagió más que escribió. Mi dilema es: ¿Merece la pena guardar algo de un escritor con estos antecedentes? La verdad es que salvo dos o tres títulos el resto de su obra no me parece tan interesantes; pero así y todo ando entre el corazón y la sinrazón. El texto para que se hagan ustedes una idea reza así:

“Mi tía Braulia acudía a defecar encima de los cadáveres de la morgue, tenía la facilidad de defecar de pié... mi tía Braulia mientras iba hablando se iba cagando sobre los muertos a los que habían sacado de sus cajones frigoríficos porque era la hora del recreo.”

El texto completo sigue la misma línea argumental, tiene una extensión de medio folio, está escrito a lápiz con letra menuda que quiere ser pulcra y que en algún momento no desdeña alguna tachadura y hasta una especie de cenefa ajedrezada también dibujada por él. Me da la sensación que tampoco a ustedes les haría ninguna ilusión tener en casa un escrito de esta catadura por muy premiado que fuera su autor y si no fuera por la ilusión que puso mi hija en conseguírmela la retiraría de mi despacho y del rincón de las cosas inútiles porque no creo que por mucho premio que le dieran pueda tener consideración literaria. La conciencia se me revuelve y quisiera que ustedes juzgaran.


¡ Ah¡ El autor es Camilo José Cela.

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona