Ahora hace veinte años que fueron asesinados Ignacio Ellacuría, Ignacio Baró, Segundo Montes, Amando López, Juan Moreno, Joaquín López y Ella Ramos y su hija que los atendían en labores domésticas.
Estos luchadores por las libertades de un pueblo oprimido, batalladores incansables contra unas leyes injustas, educadores de los desheredados como base para su adecuación a una vida activa, digna, reivindicativa y justa, murieron vilmente asesinados pero a nadie parece importarle, muy pocos han recordado su memoria, ha costado encontrar algún recuerdo en la prensa escrita y casi podía asegurar que en ninguna televisión de ámbito nacional se les ha mencionado. La Iglesia por su parte evita cualquier atisbo de veneración y lo que debiera ser recuerdo laudatorio de unos mártires pretende enterrarlo en la tumba de los olvidados.
Cuando nuestros gobernantes debaten la ley del aborto y son amenazados de excomunión porque consideran que es un atentado contra la vida, no podemos olvidar que esta misma Iglesia quiso apartar por desleales a estos servidores con ropa de trabajo y manos encallecidas, los mismos servidores que criticaban el despilfarro y la ostentosidad del Vaticano, los que se hicieron carne de chabola y predicaban a Cristo matando el hambre y la miseria los que hicieron suya la injusticia de ver morir a los nacidos por falta de recursos y atención medica; los que antes de condenar el aborto preferían salvar vidas incipientes rescatándolas del abandono y la miseria.
Esta misma Iglesia, la que bendecía cañones, llamaba cruzada a una guerra entre hermanos y deja que mueran de hambre muchos de los ya nacidos, es la misma Iglesia que nos hace gastar importantes sumas de dinero en visitas multitudinarias, la Iglesia que en definitiva tiene dos varas de medir en función del donante de turno y que puede anular matrimonios, olvidar la pederastia de sus seguidores y con celeridad inaudita subir a los altares a quien montó el tinglado mas poderoso económicamente hablando dentro de la Iglesia católica.
¿Cómo puede esta Iglesia clasista y excluyente dictar a nuestros gobernantes lo que tienen que decidir bajo pena de excomunión?
Estos luchadores por las libertades de un pueblo oprimido, batalladores incansables contra unas leyes injustas, educadores de los desheredados como base para su adecuación a una vida activa, digna, reivindicativa y justa, murieron vilmente asesinados pero a nadie parece importarle, muy pocos han recordado su memoria, ha costado encontrar algún recuerdo en la prensa escrita y casi podía asegurar que en ninguna televisión de ámbito nacional se les ha mencionado. La Iglesia por su parte evita cualquier atisbo de veneración y lo que debiera ser recuerdo laudatorio de unos mártires pretende enterrarlo en la tumba de los olvidados.
Cuando nuestros gobernantes debaten la ley del aborto y son amenazados de excomunión porque consideran que es un atentado contra la vida, no podemos olvidar que esta misma Iglesia quiso apartar por desleales a estos servidores con ropa de trabajo y manos encallecidas, los mismos servidores que criticaban el despilfarro y la ostentosidad del Vaticano, los que se hicieron carne de chabola y predicaban a Cristo matando el hambre y la miseria los que hicieron suya la injusticia de ver morir a los nacidos por falta de recursos y atención medica; los que antes de condenar el aborto preferían salvar vidas incipientes rescatándolas del abandono y la miseria.
Esta misma Iglesia, la que bendecía cañones, llamaba cruzada a una guerra entre hermanos y deja que mueran de hambre muchos de los ya nacidos, es la misma Iglesia que nos hace gastar importantes sumas de dinero en visitas multitudinarias, la Iglesia que en definitiva tiene dos varas de medir en función del donante de turno y que puede anular matrimonios, olvidar la pederastia de sus seguidores y con celeridad inaudita subir a los altares a quien montó el tinglado mas poderoso económicamente hablando dentro de la Iglesia católica.
¿Cómo puede esta Iglesia clasista y excluyente dictar a nuestros gobernantes lo que tienen que decidir bajo pena de excomunión?
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