viernes, 12 de febrero de 2010

AL OTRO LADO DE LA ILUSION


Al otro lado del teléfono una voz joven me retrotrae en el tiempo, llama desde Salamanca, me cuenta que la nueva generación se hace cargo de una fábrica ahora remozada y contacta conmigo en la idea de que puedo ayudarlo para introducirse en este mercado. Su interés, sus ganas de lucha y su deseo de comerse el mundo caminan parejos, mientras le escucho me parece estar visionando mis primeros pasos en Cataluña que desde una ciudad como Salamanca aparece como devorador pantagruélico de todo producto de alimentación.

No he visto nunca a la persona con la que hablo, para mí es la voz y la imagen de una nueva generación que quiere abrirse camino y pide a gritos un hueco en este mundo duro, hostil y competido, su página de Internet me deja valorar su capacidad para adentrarse en este mundo cainita. Me parece demasiado noble, demasiado inocente, demasiado honesto para enfrentarse a los monstruos que le esperan, poco bregado en la lucha en la que tiene que imponerse con carácter pero en la que ha de demostrar ser el más fuerte, el más imaginativo sin faltar a la verdad, el más servicial sin ser servil, el más cumplidor sin dejar de ser sensato; en este mercado hay que tener los espolones muy afilados y una biografía con muescas de mil batallas que sólo el tiempo consigue y sólo las derrotas marcan.

Este muchacho que ahora me llama no me comprenderá cuando le diga que las grandes distribuidoras no le dejarán ganar dinero porque le exigirán unas condiciones inadmisibles que de aceptarlas lo convertirán en víctima, que las tiendas de barrio están desapareciendo porque se la está dejando morir abrumadas por los impuestos y la competencia de las grandes cadenas, que el ramo de la hostelería se está transformando en franquicias de comida rápida y que los mercados municipales están aguantando mal que bien porque las jubilaciones no encuentran sustitutos o los sustitutos no encuentran rentabilidad para tener las paradas abiertas, en definitiva que el comercio al cual tiene que enfrentarse está en manos de multinacionales que además de reinvertir los beneficios fuera de nuestras fronteras hacen oscilar los precios de las materias primas a su conveniencia.

Me duele explicarle esta situación, no quiero cortarle la ilusión ni cercenar sus lógicas ganas de luchar por abrirse camino; para mí es el futuro, es la imagen de la joven Castilla que quiere despertar intentando labrar su futuro sin dejar su tierra, es la pujanza de la gente joven que a fuerza de ensanchar su horizonte quiere alargar su arco iris de esperanza desde una tierra a la que ama y por la que apuesta con decisión, lo que ya no sé es si los gobernantes de esa autonomía respaldan con las coordenadas suficientes la necesidad de crear puestos de trabajo que detengan la sangría emigratoria que tanto debilita a esa comunidad y por la que se escapa la savia que debería hacer rejuvenecer la población.

No quiero romperle la ilusión, tampoco quiero engañarlo, lo único que puedo es transmitirle mi experiencia y la esperanza de que con ella se ahorre embarrancar en playas para él desconocidas, le desearé, eso sí, mucha suerte y que sus ganas de lucha encuentren vientos favorables que le empujen en la buena dirección.

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona