En la plaza del Rey de Barcelona personas muy conocidas se manifestaron cada miércoles detrás de la pancarta de petición de libertad para los dos últimos componentes de la caravana de Barcelona solidaria. La entidad de las personas concentradas y la de los secuestrados nos hacía pensar que el personal implicado correspondía a un estatus oficialista y muy considerado.
Una vez conseguido el principal motivo, que era la puesta en libertad de los dos secuestrados, sería necesario clarificar dónde está la responsabilidad de cada uno y hasta dónde una caravana amparada bajo el paraguas de Barcelona y que se denomina solidaria se monta con un alarde de medios más propio de un Paris Dakar que de una cooperación desinteresada, sería bueno que supiéramos si el consistorio de esta ciudad contribuye con algo más que con su nombre a esta misión de ayuda, y si en algún momento los cargos que ostentan estos señores son compatibles con esta organización.
No debe ser fácil tener que decidir si pagar rescate para salvar vidas o correr el riego de dejar que el tiempo decida, pero no es menos cierto que potenciar económicamente a sus captores equivale a convertirnos a todos en presas fáciles para recaudar fondos, y lo más grotesco y aberrante es que el mismo secuestrador se ufane ante las cámaras de la televisión de ser el mismo quien los libere después de protagonizar un juicio teatral y esperpéntico con una sentencia pactada de antemano que dejaba la puerta abierta para reintegrarlo a su célula de intocables y más fortalecidos moralmente para seguir secuestrando. ¿Se habría procedido de la misma manera de ser otros los secuestrados?
¿Con qué fuerza moral pueden nuestros guardias civiles impartir lecciones de orden público a una sociedad que ve cómo se mofan de nosotros? ¿Con qué moral puede asumir uno de estos ciudadanos la responsabilidad de defender la ley si cuando se queden solos se sabrán indefensos?
Las tres víctimas sufridas recientemente en Afganistán son inexplicables, pero barajar la palabra venganza para mí no es tan descabellado. ¿No es posible que estos dos sucesos estén interrelacionados?
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