lunes, 30 de agosto de 2010

AL FILO DE LA NAVAJA

En la plaza del Rey de Barcelona personas muy conocidas se  manifestaron cada miércoles detrás de la pancarta de petición de libertad para los dos últimos componentes de la caravana de Barcelona solidaria. La entidad de las personas concentradas y la de los secuestrados nos hacía pensar que el personal implicado  correspondía a un estatus oficialista y muy considerado.

Una vez conseguido el principal motivo, que era la puesta en libertad de los dos secuestrados, sería necesario clarificar dónde está la responsabilidad de cada uno y hasta dónde una caravana amparada bajo el paraguas de Barcelona y que se denomina solidaria se monta con un alarde de medios más propio de un Paris Dakar que de una cooperación desinteresada, sería bueno que supiéramos si el consistorio de esta ciudad contribuye con algo más que con su nombre a esta misión de ayuda, y si en algún momento los cargos que ostentan estos señores son compatibles con esta organización.

No debe ser fácil tener que decidir si pagar rescate para salvar vidas o correr el riego de dejar que el tiempo decida, pero no es menos cierto que potenciar económicamente a sus captores equivale a convertirnos a todos en presas fáciles para recaudar fondos, y lo más grotesco y aberrante es que el mismo secuestrador se ufane ante las cámaras de la televisión de ser el mismo quien los libere después de protagonizar un juicio teatral y esperpéntico con una sentencia pactada de antemano que dejaba la puerta abierta para reintegrarlo a su célula de intocables y más fortalecidos moralmente para seguir secuestrando. ¿Se habría procedido de la misma manera de ser otros los secuestrados?

Si estos elementos amparados o no por intermediarios y comisionistas se mofan de esta manera de todos nuestros sistemas de orden y justicia es una sinrazón que mandemos instructores al extranjero (Afganistán, por ejemplo) a que se jueguen la vida para imponer nuestros criterios cuando en otra parte del mundo están viendo que en la práctica se pueden vulnerar nuestros derechos con total impunidad.

¿Con qué fuerza moral pueden nuestros guardias civiles impartir lecciones de orden público a una sociedad que ve cómo se mofan de nosotros? ¿Con qué moral puede asumir uno de estos ciudadanos la responsabilidad de defender la ley si cuando se queden solos se sabrán indefensos?

Las tres víctimas sufridas recientemente en Afganistán son inexplicables, pero barajar la palabra venganza para mí no es tan descabellado. ¿No es posible que estos dos sucesos estén interrelacionados? 

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona