miércoles, 29 de septiembre de 2010

TIEMPOS DE PAILA, TIEMPOS DE AINETO

La carretera termina en Aineto. Segundo, el burrito que visitamos en otro escrito anterior, ya tiene compañera, él no lo sabe pero fue introducido en la sierra de Guara después de muchos años desaparecido de este entorno natural. Su compañera se llama Yosa y los dos sin pretender más que lo que son mordisquean el monte  limpiándolo de maleza y  haciendo cortafuegos alrededor del pueblo. Ellos no entienden de grandes análisis de medio ambiente ni de los extraordinarios presupuestos que la Administración se gasta en sistemas contra el fuego, ellos van a lo suyo  y lo suyo sólo requiere mucho cariño y un poco de alfalfa para regular su dieta y que sus  amigos, los niños, valoren su trabajo, sepan respetarlos y se conciencien de que su existencia evitará la deforestación por los incendios y les facilitará zonas de cultivo y un sistema de transporte adaptado al medio en que se encuentran.

En este su pueblo  se aprovecha la leña del monte y se  cocina como nuestras abuelas lo hacían; la  cocina económica proporciona confort y agua caliente, la “Paila” ampliando su recorrido llega  hasta las habitaciones llevando calor a sus radiadores aumentando así la temperatura de toda la casa. La materia prima: leña, carbón y materias desechables. En Aineto las gallinas siguen regulando el tráfico y los gorrinos engordan hocicando aquí y allá, marcando su presencia con gruñidos remolones en una cuenta atrás que tendrá su final el invierno siguiente y del que todo el pueblo será testigo.

La escuela variopinta y repleta de niños es el motor del futuro de este pueblo donde cualquiera de los alumnos es capaz de escribir de primera mano un tratado de cómo mantener la naturaleza limpia y sostenible sin necesidad de agredirla, de por qué el agua es reutilizable y cómo las materias primas se transforman y se aprovechan en una secuencia sin fin hasta su desaparición. Los niños de este pueblo ven poca televisión pero son protagonistas de su propia vida.

Cuando nuestros montes arden porque nadie los limpia, cuando la  economía estalla por que sus  costuras no aguantan, cuando el mundo está agotando sus recursos naturales, cuando los gastos de la Administración superan a los ingresos, cuando nadie es capaz de poner orden en tanto caos, no dejo de pensar en el pueblo de Aineto donde las casas se reconstruyen de forma tradicional, por despensa tienen un huerto, el calor se lo da el monte, la moneda se llama trueque, y los vecinos se conocen por su nombre. Cuando todo esto ocurre a pocos kilómetros de una autovía en lo que hasta ahora llamábamos progreso pero del que sólo somos víctimas me da la sensación de que hemos querido correr demasiado, pensábamos que éramos ricos cuando en realidad vivíamos de prestado, pensábamos en construir sin pensar en mantener, pensábamos en conseguir sin pensar en retener, pensábamos en consumir sin pensar en producir.

Ahora cuando el espejo de la realidad nos devuelve nuestra imagen real y nos dice que tendríamos que volver al tiempo de la “Paila” la del consumo racional, la del aprovechamiento de los recursos naturales y sobre todo la del valor de la amistad como medio indiscutible para ganar fortaleza ante situaciones adversas, rechazando falsos conceptos que hipotequen nuestro futuro sin dejarnos vivir el presente, nos damos cuenta de que es imposible. Volver al tiempo de la paila no será fácil y muchos quedaremos fuera desgraciadamente, pero de lo que estoy seguro es que el sistema capitalista desaparece, será imposible reconstruirlo porque su egoísmo ha sido tan voraz que no ha dudado en deglutir a tantos esclavos que hará imposible mantener su andamiaje y el andamiaje se caerá por si solo por que no hay esclavos que lo repongan.

Hoy huelga general, parar España, parar el Mundo, parar el calendario, pero sólo hay una huelga imposible para obtener resultados, la que diera  marcha atrás en el tiempo y nos permitiera rectificar nuestro paso por el mundo en  los últimos años, lo demás es puro pataleo en un intento de ocultar nuestra propia  soberbia.

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona