miércoles, 6 de octubre de 2010

DESANDANDO EL CAMINO

Dicen que cuando los orientales intuyen que llega su final regresan a su lugar de origen, algo parecido estoy observando con muchos paisanos. No son pocos los que en edad madura buscan el cobijo de la vieja encina,  el familiar tañido de unas campanas o el acogedor ribazo otoñal de un arroyo; es como si redescubrieran su viejo pueblo o encontraran  postales que estaban dormidas en el cajón selectivo de su memoria; allí se sienten otra vez niños; se sienten otra vez dueños, se sienten otra vez amos y, sobre todo, gestores de su propia vida.

No suele ser una marcha precipitada ni tampoco traumática, lo normal es que alarguen la estancia, que encuentren pretextos, que añadan motivos  hasta admitir que se encuentran a gusto en aquel pueblo que dejaron porque se les quedaba pequeño; pero que ahora por ser pequeño les parece el mejor. Y es que no se marcharon del todo, una especie de elástico cordón umbilical les producía una atracción constante hacia su lugar de nacimiento, por eso el regreso no sorprende a nadie; mis paisanos no  desandan el camino, simplemente completan un ciclo, retornan a sus lares.

Fueron los embajadores de nuestros pueblos en sus lugares de trabajo, donde se integraron y sumaron esfuerzos en beneficio de una industria mas próspera, más rica, más competitiva y más enriquecedora sin que perdieran de vista a su pueblo, del que ellos podían renegar pero al que a nadie consentían despreciar.

Sorprende a mis reinstalados paisanos que en nuestra tierra se siga considerando la emigración como la cosa más natural del mundo y nadie se escandalice ni se lamente, se entienda como algo lógico que nuestros jóvenes más preparados sigan saliendo hacia otras latitudes y sea motivo de orgullo figurar en la nómina de una multinacional fuera de la órbita Salmantina sin que a nadie le preocupe la constante pérdida de población ni la desertización a que están abocadas muchas zonas rurales.

Salamanca será la provincia de España menos beneficiada de los presupuestos generales del Estado con solo 148 Euros por habitante lo que significa suprimir gastos y ayudas sociales, admitir más empobrecimiento, más  miseria y más emigración. Nadie ha levantado un dedo, nadie ha colgado en el bacón del Ayuntamiento una pancarta, nadie ha salido a los medios de comunicación diciendo que eso es inadmisible,  que los salmantinos no se merecen ese trato,  que no están dispuestos a tolerarlo y que por supuesto no están en disposición de seguir sacrificando su futuro en beneficio de otras comunidades.

Parece que, al contrario de lo que puede pensarse, todo el mundo se conforma, los políticos locales asienten porque tienen sus miras puestas en Madrid,  los demás lo asumen con un conformismo que mis amigos titulan de irritante y la población en general parece no querer enterarse. 
Desanduvieron el camino de retorno pero no suponían que nuestra comunidad estaba tan lejos; nuestros paisanos completaron su ciclo, nuestra comunidad no ha comenzado el suyo.

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona