Cuando veo en las algaradas callejeras a la policía vistiendo
atuendos propios de gladiadores del siglo veintiuno repartiendo “leña” a diestro y siniestro, retorno a la Salamanca de mi niñez donde gigantones
con uniforme gris y casco metálico buscaban insurrectos por los alrededores de la plaza
mayor después de deshacer a mamporros la
concentración de estudiantes que cada poco convocaba el SEU. Aquellos guardias
tenían las manos como panderos, sus caras chorreaban sudor bajo el casco metálico
que trataba de protegerlos, sus uniformes de paño grueso pensados para imponer se convertían en un
lastre a la hora de repeler y que cuando al fin terminaba la trifulca la
sensación de haber salvado a España de rojos
y comunistas los redimía de toda culpa sintiéndose salvadores de la
patria.
La mayoría de aquellos
guardias habían optado por la única salida
que les permitía salir de un mundo rural donde el presente era incierto y el
futuro no existía, su mundo de tonos grises era el que les permitía salir del
ocre, color de terrones de adobes de tierra
de yunta y viento solano. Su sistema de
vida no dependía de una buena sementera, ejecutar órdenes no era más de lo
aprendido en la mili, hacerlo era solo una continuación de lo ya aprendido y
retornar al escenario de su pasado con atuendo de época era motivo de orgullo.
Los ahora llamados agentes son
otra cosa me dan la sensación de ingenios electrónicos desechados, no tiene que
ser fácil aporrear y aporrearse a sí mismo con el título de licenciado colgado en la pared de
su casa, no parece comprensible protestar un día de paisano con pancarta
incluida por disconformidad con los recortes salariales y al otro día pasar al
otro lado de la manifestación para ser el aporreador de los manifestantes.
Parece que el nivel de estudios
de las actuales promociones de policías es altísimo incluidos títulos
universitarios y estudios superiores, por eso cuando vestidos de robot tienen que golpear a quien puede ser su amigo,
hermana, vecino o su compañero de
promoción su mente debe estar en otro sitio quizá intentando no pensar o quizá
pensando en cómo pagará la hipoteca al mismo banco cuya fachada él defiende de
los indignados de turno, quizá dejando la mente en blanco cuando en un exceso
de rabia golpeó a aquel estudiante que bien pudo ser él en otro tiempo, quizá
piense en la formulación del material que
como becario con futuro ayudó a conseguir y que ahora el mismo utiliza
para repeler, quizá el piense que lo mejor es no pensar y ser otro de manera
que el uniforme deje de serlo para convertirse en su propia piel de la que se desprende cuando llega a
casa y abraza a su hijo al que supone
que está defendiendo pero no sabe de qué ni de quién.
CUANDO EN
NUESTROS DIAS UN MANDO POLICIAL SE REFIERE A LOS MANIFESTANTES
COMO “EL ENEMIGO” ES PARA PREOCUPARNOS.
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