Empezó a morir el 12 de Octubre
de l.936 cuando en el paraninfo de la Universidad de Salamanca se enfrentó con
el entonces emblema y paradigma de la legión y la dictadura franquista: Millán
Astray.
No pudo callar el entonces rector
de la universidad cuando Astray rompía en improperios contra vascos y catalanes
llamándoles antiespañoles y cánceres de la nación entre otras lindezas; es de
suponer que aquel general de parche en el ojo y mutilado cuerpo en su alocada
disertación no calculara el alcance de sus palabras dichas delante de aquel
vasco e insigne profesor al que según los presentes le falto tiempo para salir
al paso de semejantes manifestaciones interrumpiendo el discurso de quien siendo
jefe de la legión olvidó el escenario donde se encontraba y quien era allí el
sumo sacerdote. No le fue difícil a D. Miguel recordarle a aquel lenguaraz que
precisamente el obispo de Salamanca que en aquel momento estaba a su lado era
Pla y Daniel, catalán de nacimiento y amigo personal de su caudillo y que él mismo
siendo vasco era rector de una universidad castellana y universal de la que se
sentía orgulloso y en la que ser vasco suponía el ejemplo de que el saber
estaba por encima de toda ideología.
Los gritos de “¡Viva la muerte!” de los legionarios
resonaron en aquel aula magna de la universidad como una blasfemia contra la
cultura y el progreso que D. Miguel contrarrestó con un “¡Viva la vida!” al tiempo que los definía como necrófagos, lo que
alteró aún más a los ya irritados legionarios que brazo en alto entonaron el
himno de la legión.
La salida del paraninfo del brazo
de Doña Carmen Polo le salvó la vida pero regresó a su casa siendo consciente
de que allí había terminado su vida académica;
le obligaron a dimitir de todos sus cargos incluido el de concejal del
Ayuntamiento de Salamanca y quedó confinado en su propia casa, murió dos meses
después presa de una infinita tristeza pues según decía le dolía España, la
España que se estaba desangrando por las cunetas y de la que le daban cuenta los
pocos amigos que podían visitarlo.
Nada dicen los cronistas de la
época si el obispo catalán que paseó a Franco bajo palio por primera vez y
definió la guerra como cruzada intervino
para defender su condición de catalán y pastor de la iglesia salmantina pero no
parece que lo hiciera a juzgar por las crónicas que de aquel acto recoge la
prensa local que relatan como D. Miguel se vio solo ante aquellos exaltados que
llegaron a tenerle amenazado encañonándolo con sus metralletas.
A VECES EL
SILENCIO ES LA PEOR
MENTIRA (UNAMUNO)
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