sábado, 11 de mayo de 2013

MIL VENTIDOS SON LOS MUERTOS


Mil veintidós son los muertos que ya no serán verdad cuando este escrito salga a la luz, dejarán de ser sumados los que intentando vivir se alistaron a morir y los quisieron morir por librarse de vivir, donde la vida no es más que un accidente y la muerte una liberación en un mundo de esclavos de otros esclavos a  los que se les amputó el orgullo y la dignidad sirvió de alfombra en la entrada de cada fabrica y en la puerta de cada taller.

Bangladesh no son los EEUU donde su tragedia es la tragedia de todos y su dolor patrimonio de la humanidad, tres personas esclavizadas durante diez años son noticia mundial por que aparecieron vivas, el mundo entero se horroriza y no hay noticiero que no haga su apertura con la foto del desalmado que fue capaz de este  tormento atroz e inhumano, pero nadie expone las fotografías de los verdugos de Bangladesh, tampoco la relación de las marcas para las que trabajaban, tampoco el precio de cada prenda, tampoco el horror de cada vida.

El periodismo limpio y libre sigue teniendo campos acotados y si todo coto tiene su amo y cada amo tiene su rehala, aquí nos falta el cazador furtivo que nos enseñe a los verdaderos beneficiarios de esta tragedia, aquellos que aprovechándose de un  secuestro colectivo de inimaginables proporciones se beneficia pagando salarios de miseria en un mercado de supervivencia consiguiendo unos beneficios tan deshonestos  como la falta de escrúpulos del secuestrador estadounidense, tomar conciencia de que  al consumir sus productos estaríamos participando de la miserable explotación de un semejante seria admitir nuestra complicidad  en su explotación y su secuestro .

La policía de EEUU llamó varias veces a la puerta donde mantenían encerradas a las víctimas y ante la falta de respuesta dieron por concluido su trabajo  acogiéndose al derecho constitucional de inviolabilidad de una propiedad privada  y son ahora los propios vecinos los que elevan a la categoría de héroe al consumidor de hamburguesas que derribó la puerta a patadas sin encomendarse a otra ley que no fuera la  del derecho a la vida y la emergencia de una situación.  En la India no había puerta que derribar  ni policía a la que acudir, las paredes del edificio de siete plantas amenazaban ruina inminente sin necesidad de traspasar umbral alguno pero nadie paró las maquinas  y estas siguieron trabajando en turnos ininterrumpidos convirtiendo la construcción en una ruleta donde la vida o la muerte dependía del péndulo de la suerte.

En la prensa diaria la noticia de la india ha pasado  a páginas interiores donde tan solo un pequeño recuadro sigue mencionando el goteo de victimas, justo al lado y en gran alarde tipográfico las ofertas de marcas exclusivas y grandes almacenes exhiben sin ningún pudor el fruto de un salario con marchamo de sangre y vitola de dolor.


SI AHORA NO LLORAS SUS MUERTOS PRONTO LLORARAN TUS VIVOS

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona