sábado, 4 de mayo de 2013

POR TREINTA MONEDAS


La misma cantidad que recibió Judas por vender a su amo es la que hasta ahora pagaba el amo mensualmente  a sus esclavos que fustigados  por el azote del hambre se dejaron encadenar sin oponer la menor resistencia con la amenaza además de que si alguno  se negaba había cientos  esperando ofrecer su cuello  al  sacrificio.

La terrible tragedia de la India no es nueva, estos hechos son habituales en el llamado tercer mundo pero la magnitud y dimensiones de este suceso no han podido ser acalladas  la crudeza de las imágenes se han entronizado en nuestro comedor sin darnos tiempo a escapar de la realidad, el derrumbe de un edificio de tres plantas donde trabajaban mas de mil personas lo hemos vivido en directo la catástrofe se ha materializado en nuestro sala de estar, hemos visto el terrible desespero de los familiares,  los rescates imposibles donde la maquinaria pesada levanta restos, escombros y despojos ante los que apartamos la vista horrorizados, hemos clamando por que se encuentre  a los culpables, hemos llamado explotadores a sus verdugos y hemos gritado en un desierto sin eco la injusticia que significa la desesperación, pero cuando entre los escombros han aparecido las mismas etiquetas que lucimos en  nuestra ropa hemos mirado para otro lado impermeabilizando nuestra conciencia, quinientos muertos no pueden ser nuestros muertos; quinientas familias no pueden remover nuestras entrañas, cientos de niños no pueden teñir de sangre el vestido de la primera comunión de nuestros hijos, nosotros no tenemos la culpa  todo fue debido a la mala suerte el albur de una ruleta que determinó en que casilla y en que numero debió llegar la muerte.

Los grandes almacenes nos chantajean inventando el día de la madre, sin ningún pudor nos haremos cómplices de su avaricia,  compraremos la ropa ensangrentada que vimos en la televisión homenajearemos a nuestras madres con el dolor de otras madres engañándonos a nosotros mismos mientras nos introducimos en  la ruina de nuestra propia  miseria.

LOS GRILLETES DE LA ESCLAVITUD LOS SUSTENTA EL CONSUMO

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona