Un querido
amigo (que para eso son los queridos amigos) me localizó a través del teléfono
en mi retiro campestre para desearme el mejor de los futuros como adivino pero
que por favor lo hiciera en plan de
cómico en teatrillos de barriada o todo lo más en fiestas patronales.
Y es que uno
se ha metido en muchos charcos y en uno de ellos con motivo de la presentación del primer tomo de
las memorias autobiográficas del Sr. Puyol se me bridó la ocasión de opinar
para una televisión local y aquí mi
verborrea castellana alcanzó limites épicos aduciendo entre otras lindezas que el
homenajeado podría haber sido presidente del gobierno español o incluso figura
relevante en la comunidad europea de no haber tenido el hándicap para el resto
de los españoles de ser catalán, que su preparación y honestidad estaba muy por
encima del resto de la clase política y que si tubo narices para dejarse meter
en la cárcel en la época franquista por defender sus ideales no cavia la menor
duda de que estábamos tratando de una persona íntegra con unos principios incorruptibles y como solía
decir la señora Ferrusola para el que Cataluña estaba por encima de todo;
incluso por encima de su propio matrimonio. Mi perorata terminaba más o menos
deseándoles a los dos una tranquila y bien ganada jubilación pero que no se
alejara del todo porque su figura por irrepetible era necesaria a la vera de
cualquier mandatario de la plaza de San Jaime.
Mi amigo me
recordaba con mi suéter de cuello alto y la agenda regalo de la Diputación de
Salamanca con el escudo de la ciudad en primer plano y sobre todo por el
énfasis y la concreción que ponía en mi castellano para dejar la cosas bien
sentadas, mi amigo indudablemente seguirá riendo por los siglos de los siglos de
mi perspicaz visión del futuro.
Ahora cuando
el Sr. Puyol ha dejado de ser honorable por voluntad propia se nos caen los
sombrajos al suelo tanto a los catalanes como a los no catalanes ya que veíamos
en él la figura del equilibrio y la sensatez frente a vaivenes desestabilizadores
y sobre todo el estandarte de la catalanidad en
estado puro. Esta vez su calendario marchó a destiempo y su ansiada
hacienda catalana (que no independencia) no pudo irrumpir al final de su
película con su cornetín salvador ejerciendo de séptimo de caballería, ¡una
lástima!
LA BANDERA DEL INDEPENDENTISMO HA
PERDIDO SU MASTIL
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tiene a su disposición este espacio para sus comentarios y opiniones. Sea respetuoso con los demás