El disco duro no da para más
o no tiene capacidad y si la tiene debe estar llena de telarañas
ansiosas de que las dejen en paz dormitando en un sesteo tranquilo regenerador
de endorfinas y abastecedor de placidas sobremesas columpiadas por la acogedora
brisa del no hacer nada.
Nuestro profesor lucha por introducirnos en el dominio del
ingles idioma que domina como profesor que fue durante si vida activa y aunque
no desespera no hay manera de responder con la rapidez que él pretende y que
nosotros desearíamos. Es una lucha en la que siempre ganamos algún terreno pero difícilmente compensamos el esfuerzo que
representa para este hombre trabajar con gente que como nosotros tiene callos
en las entendederas y poco habito para
hacer deberes en casa donde el reclamo de la televisión es más fuerte y
nuestros nietos se empeñan en jugar con la consola en el momento en que el
abuelo se pone a repasar.
Amigo amable y entregado a su vocación reparte su tiempo
entre los distintos centros del barrio dando clases gratuitamente en cuantas
asociaciones sin ánimo de lucro se lo soliciten sin más interés que la satisfacción personal. Esta
semana le he visto retirando su
asignación en el banco de alimentos, el estomago me ha dado un pellizco
mientras reprimía las ganas de
saludarlo intentando a mi vez pasar
desapercibido, pero ha sido él quien se ha dirigido a mí en un ingles pausado y
tremendamente tranquilo, me ha explicado que cobra una pensión mínima con la
que a duras penas consigue cubrir los gastos más esenciales, ha superado un
bache anímico a fuerza de tesón mientras me explica que parte de esa terapia
son sus clases donde encuentra amigos que lo valoran y a su vez devuelve a la
sociedad una parte de lo que recibe, me habla de años en paro y tratamientos
anti-depresivos me cuenta que su recarga moral está en el apretón de manos de
sus alumnos.
Me ha dejado descolocado y hoy cuando cubro mi turno en la
puerta del supermercado que me ha sido asignado para la recogida de alimentos
pienso en mi amigo y en la gente que se
acerca con su aportación que me da la sensación de que lo resta también de sus
escasas despensas, mientras un grito de rabia contenida se me escapa contra los
malditos bastardos que han arruinado esta España resignada que no se merecen y
valoro aun mas a estos amigos que está dando lecciones de una humanidad
incuestionable. Las próximas clases no serán fáciles tengo que pensar en el amigo
como profesor y seguir dándole el apoyo moral que necesita sin denotar ninguna otra
alteración, tengo que hacerlo por él y porque
es la manera de entregarle el
calor humano del que el banco de alimentos no puede aprovisionarle, una vez más
la experiencia nos enriquece.
BANCO DE ALIMENTOS
CAPITAL CON RENDIMIENTO INMEDIATO
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