Los años no
perdonan y aquí me tienen ustedes por no tenerlo en cuenta con el lomo en adobo
y la espalda en alcayata y todo por querer jugar al futbol con mi nieta
pequeña sin tener en cuenta que la hierba resbala y que a mis años los reflejos
tienen betijo. El deslomamiento con ser morrocotudo no ha llegado a mayores
pero si es lo suficientemente importante como para no poder sentarme en varios
días y tener que pedir árnica cada vez que intento cambiar de postura, el caso
es que no me enteré hasta que vi como la hierba se venía contra mí acogiéndome en sus fauces con una efusión tan recia que por un momento las palabras me
fueron esquivas mientras mis partes
internas rebotaban tan destempladamente que mas pareciera revoltijo de cocina
en día de marmitaco que estudio de anatomía en facultad de medicina y así hubieron
de esperar a recogerme hasta recuperar la compostura que lejos de ser hidalga
quedó en antruejo y guiñapo quedé por unos momentos mas torcido que redondel de plaza de toros sin poder poner culo en silla ni en bolsillo
calderilla, de esta guisa y casi en
parihuelas fui entronizado en el año que si bien comencé disfrutándolo en
familia había de resultar para mí un tanto grotesco y estrambayado cuando este
cuerpo mío antes del trance apuntaba a agitanado por su buena color y badana
curtida.
Visto lo
cual ya no sé si seguir explotando el cuento para sentirme mimado o mejor restablecerme
pronto para seguir jugando con mis nietas, escuchar sus risas y sobre todo sentirme
afortunado por esta familia que Dios me
ha dado.
LA EDAD LA MARCA EL ESPIRITU PERO HAY ESPIRITUS REBELDES
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