Estos días camino despacio, vuelvo la vista sin ganas de ver,
acomodando mi paso al albur del paisaje y el panorama me dice que debo
descansar, una piedra más que regular me ofrece su calva cabeza bañada por un
sol de primavera impropio de este tiempo haciéndome entender que la solana va
incluida en el pasaje y en el paisaje y
mientras mis entendederas calculan el tamaño y la forma una lagartija deja su escondite para
refugiarse en la peña cercana que aparece semi enterrada no lejos de allí al
poco aparece nerviosa y vacilante asomando el morro por el hueco de su aspillera
que enfocada hacia el horizonte parece hacerla dudar hacia donde emprender el
camino de la huida, he roto su sueño he roto su retiro alterando su ambiente,
quiero imaginar qué piensa y como me ve desde su atalaya; si está pensando en la forma de escapar o
simplemente está decidiendo esperar a que yo abandone la posición, en ese
momento un saltamontes retozón y saltimbanqui distrae mi atención dejando entrever sus alas azulonas en un
parpadeo intermitente haciendo cabriolas imprevisibles, por un momento dejo de
verlo mimetizándose en el paisaje y vuelto a mis pensamientos me doy cuenta que
por momentos he dejado de prestar atención a mi amiga lagartija y esta ha
desaparecido como por arte de magia, el cauce de una pequeña torrentera se me
asemeja como el respiradero natural de
los flujos de la lluvia donde una pareja de
gorriones juguetea a ser amigos danzando al compas de un concierto lleno
de trinos, mas allá una torcaz desaparece entre umbría de los matorrales llevando
en el pico su último trofeo y un ejército de abejas revolotea de flor en flor
hinchando sus torsos con el néctar cosechado.
Me acomodo en la piedra intentando refugiarme en el libro que
llevo conmigo pero me resulta imposible, rodeado como estoy de naturaleza no
puedo sustraerme al encanto de no hacer nada y me dejo llevar por los olores y
los pequeños ruidos de los sobresaltados inquilinos del lugar, por un momento
estoy fuera del tiempo y del destiempo olvidando rutinas y quehaceres y sobre
todo llamándome a mí mismo privilegiado por tener la oportunidad de disfrutar y
tener para mí solo una montaña llena de aromas
y sensaciones, cuando el sol comienza a asolanar
decido bajar de mi trono acomodando mis pasos al duro asfalto que rodea este
reino de su majestad la naturaleza.
Estos días en que el Ebro ha manifestado su fuerza he
recordado a mi montaña ahora encorsetada y comprimida sus torrenteras no son el
Ebro pero la tierra y la grabas arrojadas a través de sus heridas
cubren las aceras que la rodean, algo me dice que también aquí se ha
hecho algo mal alguien ha olvidado que la naturaleza tiene que respirar y que es
a ella a la que debemos rendir pleitesía, mandarán retirar el cieno y repintarán
las paredes como si de un decorado se
tratara o lo que es peor que alguien decidirá levantar otra pared intentando
ahogar la montaña en su propio llanto.
LAS PRESAS
SON LOS GRILLETES DE LA NATURALEZA
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