Esto de nacer un veintinueve de Febrero tiene la ventaja de
cumplir los años cuando te apetezca o no cumplirlos si en ello tuvieras
capricho lo malo es que luego te caen de cuatro en cuatro o posiblemente tengan
que decir que moriste intentando llegar a los diez y nueve lo cual dejaría tras
de sí una sensación de precocidad de la que no soy merecedor.
Yo siempre fui raro o mejor dicho sigo siendo raro porque lo
fui hasta para nacer y desde entonces he ido por la vida como a contra
corriente sin acomodo de normas ni conformismos y esto créanme me ha dado algún
problema pero también satisfacciones pues no siendo esta una postura cómoda he
procurado siempre comportarme con honestidad lo que me ha proporcionado algún
reconocimiento pero también algún capón,
otra ventaja a estas alturas de la vida es que puedes expresarte como te de la
gana porque difícilmente podrán tomar represalias contra un viejo descanyado y cascarrabias a un paso de la
senectud que no hace más que decir tonterías porque la vida te aboca a unos
vaivenes impensables, yo precisamente que me prometí a mi mismo que no saldría
nunca de “mi” Salamanca de la que conocía cada rincón y a cada personaje; aquí
me tienen confundido entre los pliegues del Parque Güell y la sierra de Collserola, yo que acompañando
a las empingorotados viajante de tejidos que llegaban de Sabadell les escuchaba
hablar en un idioma raro del que me dije no querer saber nada acudo ahora a
clases de catalán, yo que llegar hasta Zamora me parecía toda una aventura y
llamaba renegados a los que salían de la tierra en busca de futuro, estoy ahora
viviendo al otro lado del mapa aunque mi futuro se conjuga en presente, yo que me prometí a mi mismo regresar a la primera oportunidad me veo
ahora aguantando como el último Mohicano defendiendo mi origen y de mis
orígenes lo cual es suficientemente ilustrativo; total que mi vida yo diría tiene un balance un tanto
inconcreto, inconformista y trasgresor.
De todos modos hay una supremacía que dan los años y es la de
contar tu vida, las batallitas del abuelo
son una constante entre los que me rodean mis hijos huyen de mi; mis
nietas me aguantan hasta que me pongo repetitivo; los amigos se excusan cuando me
ven y los conocidos por falta de confianza aguantan estoicamente sin levantar
una ceja, pero quien me conoce bien sabe que siempre tengo una batalla por
comenzar una idea que seguir o un proyecto que iniciar y en este tejer y
destejer siempre quedará un poquito de mi; un trocito de la ilusión de un principiante
y la experiencia de un viejo rezongón que no se conforma con estar, el conjunto
de todo ello conforma la figura de este abuelo que hoy no había nacido y mañana tendrá un día de vida.
LA VIDA ES UNA CINTA RODANTE EN LA QUE PUEDES IR VACIO O CARGADO DE
EQUIPAJE
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