No bien
había llegado el bueno d Ramón hasta nuestra puerta fue asediado por el grupo
de vecinas que sorprendidas y asustadas le habían visto subir cojeando calle arriba, la expectación que había
levantado la enorme bota de su pie derecho presagiaba haber padecido un
terrible accidente, la descomunal plataforma hacia de su andar un subir y bajar
peldaño que pareciera querer asomarse a las ventanas de las plantas bajas
llevando la tajuela incorporada, llegar a la altura de nuestra casa fue para él
una odisea, el retranqueo de su bota ortopédica hacían de su caminar toda una proeza y hacerlo
en cuesta era el más difícil todavía.
Chavales y
vecinas rodeamos a nuestro maltrecho
Ramón dispuestos a escuchar su desgracia y ya con el suspiro en la boca y el
estupor en el rostro pudimos enterarnos que el gran motivo de sus desgracia no
había sido otro que el de aprovechar las botas que el hijo del jefe de su padre
había dejado en buen huso, lo malo es que el pobre chico (esta vez sí) sufría una
falta de desarrollo en su pierna derecha y las botas por supuesto estaban
dispuestas para compensar la diferencia con la otra pierna. No sé como salió
Ramón de aquella encerrona solo recuerdo que empeñado como estaba en no dejar
aquellas botas que en tan buen estado estaban apareció al día siguiente con un
bote de conservas atado a la bota llamemos normal buscando con ello compensar
la diferencia y presumiendo entre la
chiquillería haber conseguido crecer veinte centímetros en una sola noche y
además poder meterse en cualquier charco sin mojarse.
Al día
siguiente todos los chicos de la barriada aparecimos con botes de conserva
atados a los pies en un festival zancudo que originó más de un esguince y no
pocas torceduras, las botas de Ramón desaparecieron quedando el pobre con las
alpargatas de siempre pero con la chanza de los amigos por su sistema de
crecimiento rápido aunque más de uno agradeció la aventura de haber sido
zancudo por unas horas y reciclador por adopción.
Algo
parecido a las botas de Ramón está sucediendo en Cataluña, el pueblo llano
espera con expectación el desenlace del nudo político en que estamos metidos, nadie se explica el empeño de querer meternos
a todos con calzador en unas botas escogidas por unos pocos de las que por muy bien librados que salgamos
nos dejarán lisiados por mucho tiempo, la tozudez de una minoría está poniendo
en jaque la convivencia y esperar buena fruta de un árbol que aun no está
maduro, hacerles pensar en la mona de Samaniego cuando subida al nogal solo
acertó a decir que la fruta aun estaba verde debía ser ejercicio obligado en el
gallinero en que se ha convertido la sede de la plaza de San Jaime.
FRUTA VERDE DEJALÁ EN EL ARBOL QUE EN
EL CESTO SE PIERDE
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