jueves, 5 de noviembre de 2015

LAS BOTAS DE RAMÓN

No bien había llegado el bueno d Ramón hasta nuestra puerta fue asediado por el grupo de vecinas que sorprendidas y asustadas le habían visto subir cojeando  calle arriba, la expectación que había levantado la enorme bota de su pie derecho presagiaba haber padecido un terrible accidente, la descomunal plataforma hacia de su andar un subir y bajar peldaño que pareciera querer asomarse a las ventanas de las plantas bajas llevando la tajuela incorporada, llegar a la altura de nuestra casa fue para él una odisea, el retranqueo de su bota ortopédica  hacían de su caminar toda una proeza y hacerlo en cuesta era el más difícil todavía.

Chavales y vecinas  rodeamos a nuestro maltrecho Ramón dispuestos a escuchar su desgracia y ya con el suspiro en la boca y el estupor en el rostro pudimos enterarnos que el gran motivo de sus desgracia no había sido otro que el de aprovechar las botas que el hijo del jefe de su padre había dejado en buen huso, lo malo es que el pobre chico (esta vez sí) sufría una falta de desarrollo en su pierna derecha y las botas por supuesto estaban dispuestas para compensar la diferencia con la otra pierna. No sé como salió Ramón de aquella encerrona solo recuerdo que empeñado como estaba en no dejar aquellas botas que en tan buen estado estaban apareció al día siguiente con un bote de conservas atado a la bota llamemos normal buscando con ello compensar la diferencia  y presumiendo entre la chiquillería haber conseguido crecer veinte centímetros en una sola noche y además poder meterse en cualquier charco sin mojarse.

Al día siguiente todos los chicos de la barriada aparecimos con botes de conserva atados a los pies en un festival zancudo que originó más de un esguince y no pocas torceduras, las botas de Ramón desaparecieron quedando el pobre con las alpargatas de siempre pero con la chanza de los amigos por su sistema de crecimiento rápido aunque más de uno agradeció la aventura de haber sido zancudo por unas horas y reciclador por adopción.

Algo parecido a las botas de Ramón está sucediendo en Cataluña, el pueblo llano espera con expectación el desenlace del nudo político en que estamos metidos,  nadie se explica el empeño de querer meternos a todos con calzador en unas botas escogidas por unos pocos  de las que por muy bien librados que salgamos nos dejarán lisiados por mucho tiempo, la tozudez de una minoría está poniendo en jaque la convivencia y esperar buena fruta de un árbol que aun no está maduro, hacerles pensar en la mona de Samaniego cuando subida al nogal solo acertó a decir que la fruta aun estaba verde debía ser ejercicio obligado en el gallinero en que se ha convertido la sede de la plaza de San Jaime.


FRUTA VERDE DEJALÁ EN EL ARBOL QUE EN EL CESTO SE PIERDE

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona