Estos asalariados nuestros nos toman el pelo, les pagamos
como a profesionales y no son más que unos aprendices sin oficio que para
justificarse nos preparan una pantomima cuya puesta en escena ralla en el esperpento. Quien coños puede creerse que
alguien es capaz en su sano juicio de ponerse a contar escaños cuando sabe de
antemano con cuantos culos puede contar en una sala y quien en su sano juicio
puede asistir como espectador a semejante divertimento con un escrito por
respuesta haciendo de la improvisación un monologo de chascarrillos.
La puesta en escena de la investidura me preocupa porque a
los actuantes no solo se les veía relajados sino que además se lo pasaban bien
y disfrutaban de lo escenificado, nadie diría que estaban jugando con el futuro de los españoles y que
en sus manos estaban pendientes miles de familias sin trabajo y sin fe en el
futuro, solo algunos actores noveles consiguieron imponer un rictus de seriedad
en las bancadas; un rictus de seriedad crispada en algunos de los presentes que
en algún momento vislumbraron que tendrían que trabajar para justificar el
sueldo; pero pasados los momentos de
angustia volvieron a sus quehaceres que no eran otros que los de pasar el rato.
No es de recibo la lasitud que mostraron nuestros dirigentes, la tranquilidad
con que dejaron para otra ocasión la urgencia de ponerse a trabajar y sobre
todo la a veces esperpéntica y desenfadada verborrea con que nos obsequiaron
pasando de los besos al romancero como si de un vodevil se tratara.
Ahora dicen que es el
rey quien tiene la palabra, yo solo le pediría que proponga al pueblo llano una
terna de posibles presidenciables y sea la ciudadanía quien decidiera su futuro
presidente, que fuera totalmente ajeno a la política seria una de mis
prioridades y hacer limpieza general del hemiciclo debería ser el primer punto de su programa.
CUANDO EL GALLINERO
CLOQUEA ES QUE NO HAY GALLO EN EL CORRAL
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