El encuentro inter- generacional resultó interesante, las
preguntas y comparaciones sobre
libertades y relaciones sexuales entre
las distintas épocas coparon la reunión
con los alumnos del colegio de la zona, entre todos me llamó la atención una
colegiala por la forma en que seguía las explicaciones tomando notas sin cesar,
para el resto de alumnos era una compañera mas para mí y por su atuendo deduje
su origen árabe e imaginé el esfuerzo que para ella debía suponer la integrarse
en la sociedad que estábamos describiendo.
Coincidimos después en la reunión por grupos y fue en el
turno de preguntas donde me di cuenta que el pasado estaba entre nosotros, la
chica tenía claro de que temas no podría hablar en su entorno y mucho menos con
su padre, de cómo una conducta como la que sus compañeros consideraban normal
para ella supondría las expulsión de su casa, lo fundamental que era mantener la
virginidad en su religión y sobre todo
el acatamiento de su doctrina. No la noté nerviosa ni mucho menos y si muy
interesada en lo que allí se decía; pero ante las preguntas sobre
homosexualidad y lesbianismo el rictus de escepticismo fue evidente, en su país
una simple denuncia en este apartado supondría
la cárcel y el repudio por parte de la familia y nadie en su sano juicio
admitiría esta forma de sentimiento.
En este encuentro se habló de la antigua ley de vagos y
maleantes, hablamos también de la persecución desde el púlpito y de los
apestados por practicar otras religiones, del sometimiento de la mujer por
leyes discriminatorias donde ni siquiera
podía viajar sin permiso del marido, o como la iglesia tenia poder para imponer
ritos y costumbres hasta hacer de los creyentes auténticos fanáticos sumisos y
obedientes, el servicio social de la
sección femenina que Pilar Primo de Rivera impuso para que las mujeres
ejercieran como buenas esposas ejerciendo como profesión “sus labores” y guardasen la decencia en las costumbres sin
aspirar a nada más que a casarse .
Llegados a este apartado los ojos de nuestra amiga se
iluminaron ahí estaba ella, ese era su presente, para ella a partir de ahí nuestro
tiempo era un telón sin descorrer, un cambio vertiginoso que posiblemente le
producía vértigo, su atuendo en aquel momento era la coraza que la aislaba y
protegía del entorno pero también la que impedía respirar el mismo aire de libertad que presumían sus
compañeros de clase.
Concluida la jornada no he dejado de preguntarme si a
aquellos chicos les ha valido de algo conocer nuestras experiencias,
personalmente me he sentido compensado con saber que el pasado habita
entre nosotros, y que desde esa preceptiva ya no es tan difícil entender a los
emigrados de otras culturas. Fanáticos los hubo y los habrá siempre, mártires
como Justo y Pastor nos los pusieron como ejemplo en nuestro catecismo, los ayunos
en cuaresma eran una bendición por ser
pobres y no pagar bula, el santo rosario en familia era el viacrucis que había
que pasar hasta llegar a la cena, no asistir a misa los domingos y fiestas de
guardar suponía el infierno por pecar mortalmente, nuestros directores
espirituales eran los ayatolas con bonete del catolicismo. Somos consecuencia
de todo aquello, superarlo ha costado
toda una generación, no podemos pedir a los demás que lo hagan en pocos meses.
LOS TIEMPOS PASADOS SE ESCRIBIERON
EN LA MESA CAMILLA
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