FÉLIX ROMERO UN PALENTINO DE PRO

No se anda con remilgos el buen amigo Félix, su casa como siempre cuidada y exquisitamente decorada es el marco del hombre sencillo que con el traje de andar por casa me espera desde hace días. Aunque conozco  su vida y “casi todos” sus milagros hoy me invita para entregarme el libro escrito por Juan Pallares sobre sus andanzas y no pocos vericuetos que lo llevaron a conseguir que Dalí le regalase uno de sus cuadros  o por decirlo con más propiedad  que el pintor de Portlligat pintase expresamente para el Club de futbol que el presidia un cuadro que lo salvase de la banca rota.

La vida de este Romero que asienta sus raíces en la provincia de Palencia es un retazo de la historia de España, de humilde albañil a constructor conocido, tirador en Sidi- Ifni a presidente de un club deportivo San Andrés, de codearse con los distintos presidentes de la generalidad entre ellos con el mismísimo Tarradellas o alcaldes de Barcelona a construir en Lomas su pueblo palentino una torre mirador desde donde se divisa la inmensa llanura de tierra de campos.

Su casa es un museo donde las herramientas de su  profesión y relativas al campo están en exposición constante exquisitamente catalogadas y no es peccata minuta su bodega y colección de vinos pero sobre todo el encaje de azulejos (Trancadis en catalán)  que a imitación del Parque Güell adornan los exteriores de su casa, obra de mucha paciencia e innegable ingenio donde la mano de Ana su compañera deja la impronta de su personalidad.

Me despido con el libro bajo el brazo, una botella de buen vino en la mano y la sonrisa de quien me considera su amigo, los recuerdos para su compañera Ana hoy ausente me devuelven  un adiós que quiere ser hasta pronto, por el deseo de disfrutar de su agradable compañía y sobre todo recorrer con él lo que fue la lucha de un obrero palentino hasta abrirse camino en una Cataluña entonces incipiente y hoy deseosa de libertad.

CASTILLA  AL EXPORTAR  VIDA  AMPLIO  CEMENTERIOS