miércoles, 21 de noviembre de 2018

UN SOFÁ CON RINCONERA


Nuestro sofá el que fue testigo de sesiones televisivas y reuniones familiares se ha jubilado, como todo ser casi-viviente le ha llegado el momento del retiro, no porque no pudiera seguir prestando servicios si no porque  las actualizaciones piden cambios y las modas ya se sabe deja victimas en las cunetas. Pues bien mi señora esposa poco dada al despilfarro ha prolongado la vida a nuestro sofá llamando a la puerta de nuestros nuevos vecinos, les ha ofrecido nuestra acogedora rinconera. Son nuevos en el barrio, gente joven con niños pequeños, trabajadores,  educados, con un grado de timidez y yo diría un tanto acomplejados, por el trajín de su puerta suponemos que viven como mínimo dos matrimonios y algún inquilino más, la austeridad con la que viven nos ha hecho pensar que el nuevo sofá-cama les vendrá de perlas, estamos convencidos de haber hecho una buena inversión, como mínimo son cuatro o cinco personas que trabajan y con ello ayudan a mantener nuestras pensiones y además una generación que ocupará los puestos de trabajo que los naturales del lugar no quieren desempeñar.

Ahora que nuestro sofá está con ellos seguro que escuchará las mismas cosas que otros sofás escucharon en su día aunque fuera con otro acento, cuando las reuniones con los paisanos eran una prolongación de la familia, compartir vivienda era una imposición económica y emplearse en lo que “saliera” era primordial para abrirse camino en la selva del futuro, este sofá al igual que los de nuestros tiempos escuchará conversaciones con otros paisanos que en la distancia piden información para venirse porque el pueblo se queda vacio, será testigo de los momentos alegres del que consiguió abrir un pequeño comercio, un ascenso en el trabajo o la venida de un nuevo infante a la familia, escuchará también momentos duros aumentados por la distancia y sobre todo escuchará hablar de economía domestica aquella que dice que hay que gastar menos de lo que se ingresa, si este sofá pudiera hablar con sus abuelos los viejos sofás de eskay escucharía que nada ha cambiado, tan solo que la emigración viene de más lejos, y le recordarían como no hace tanto tiempo trenes enteros partían hacia Suiza, Alemania y Francia cargados de españoles.  

LOS MUELLES DEL SOFÁ SON LOS HUESOS DEL ESQUELETO FAMILIAR

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona