miércoles, 23 de enero de 2019

MI AMIGO MIGUEL (EL TAXISTA)


Mi amigo Miguel no tiene problemas, mi amigo Miguel tiene clientes fijos desde hace muchos años su teléfono es su oficina, hombre metódico de cuerpo enjuto, pulcro y aseado, lenguaje rico y modales correctos, cuida  su taxi como a el mismo e incluso como él dice se preocupa más del coche que de su mujer, su charla es rica en anécdotas e ilustrativa de la vida ciudadana,  es un mar de confluencias donde el humor y la tragedia se suceden en los pocos metros de su pequeño mundo amarillo.

Miguel está preocupado por el momento que está viviendo el sector del taxi, reconoce que es el ciudadano quien debe decidir qué medio de transporte prefiere utilizar, reconoce que el mundo del taxi se había dejado llevar de forma indolente hacia la dejadez olvidando su carácter de servicio público y reconoce también la especulación desaforada de las licencias para hacerse con un vehículo y por las cuales muchos padres de familia hipotecaron todos sus bienes como única salida para mantener a los suyos.

Estamos de acuerdo que la situación forma parte de un intento más de globalización general en que se está sumiendo Europa donde los fondos de inversión intentan gobernar sectores  económicos fundamentarles, ocurrió con la irrupción de las grandes superficies comerciales, está ocurriendo en el sector vivienda con los fondos buitre, está ocurriendo en el sector bancario y lo intenta una y otra vez  con nuestra sanidad. Miguel me dice que esto es una lucha perdida de antemano porque los gobernantes son los propios especuladores, que tratar de enfrentarse con sus mismas armas es un suicidio  y que más les valdría organizarse y valorar su dominio de la calle, el número de unidades disponible e intentar un mejor el servicio aportando valores añadidos y profesionalidad en sus conductores.  Miguel es muy comedido a la hora de hablar de política, pero no puede por menos de llevarse las manos a la cabeza cuando le pregunto por la actitud de la Generalidad ante esta situación en Cataluña, maldiciendo por lo bajo me dice que todos son iguales que solo se preocupan por su sillón mientras los ciudadanos tienen que jugarse el futuro a la sola carta de su propio esfuerzo.

EL TAXI ES LA AMBULANCIA DEL POBRE Y EL UTILITARIO DEL RICO


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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona