sábado, 13 de julio de 2019

TERTULIAS DE VERANO



El verano no tiene prisa, las conversaciones en el trayecto del ascensor ya no se circunscriben a hablar del tiempo ahora se habla de vacaciones,  el moreno de piel a base de zanahorias y el vestidito tan col comprado en las Bahamas. Hay tertulias en el autobús,  en el consultorio médico, en las paradas del mercado y hasta en la cola de la cajera de la gran superficie, tertulias que hablan de perros, enfermedades  y remedios caseros contra los medicamentos tradicionales. Son tertulias de aire acondicionado donde los parroquianos no dudan en hablarse en voz alta y móvil por medio con tal de alargar el tiempo de consumición y para más inri se hace también tertulia en los velatorios y en la sala de espera de los hospitales, la tertulia no deja de ser el reflejo de una solana pueblerina a la inversa donde tomar el sol era una excusa para cortar trajes a medida  y la silla de bayón la manera de asegurarse un lugar preferente a favor de la rotación del sol.

Pero nada como esa tertulia presencial en la farmacia donde un grupo de octogenarios clientes habituales esperan ser atendidos, el chorro del aire acondicionado los mantenía congregados a su alrededor y más felices que en Benidorm con pajaritos de Mª Jesús incluidos. La espera sin prisa  daba preferencia una y otra vez a los recién llegados, su conversación reafirmada con golpes de bastón en el suelo adquiría  momentos épicos, el tema del vecino ahora fallecido les tenía indignados, un hombre decían agrio de carácter, falto de entendederas,  con deudas a la comunidad, soez con las mujeres  y sucio por dejadez les hacia subir el tono y les enardecía más y más a medida que los argumentos resurgían en su contra, todos coincidían y reafirmaban a golpe de bastón que les esperara en el mas allá muchos años. El grupito que holgadamente había pasado de los ochenta ponía tal énfasis en sus apreciaciones que mas pareciera debate de cortes o duelo de justas en época medieval, los bastones se levantaban, los contrarios enarbolaban sus muletas y hasta una señora más bajita intentaba  igualarse a los demás dando saltitos para hacerse oír, el tono iba en aumento, el tema se iba alargando, la farmacia no muy amplia veía entorpecido su trabajo y ya por deshacer el nudo que habían formado ya por hastío de tanta verborrea ocupando su espacio útil o ya por que al conocerlos entendió que era el momento, el mancebo puso voz ronca y sonora al máximo de decibelios y gritó: ¿Quien es el siguiente?.

El grupo dio un respingo, los bastones saltaron como por ensalmo, las muletas dejaron de hacer falta para salir escapando, los improperios contra el vecino cesaron para pasar a las jaculatorias y más de uno trastabilló dando de narices contra la puerta de cristal maldiciendo el momento en que alguien las había puesto allí.

Al final recompuestas las composturas el más decidido de nombre “Pedro” intentó hacer comprender al farmacéutico que preguntar a un grupo de vecinos tan mayores quien sería el siguiente de la lista no les hacía ninguna gracia, la carcajada fue general y aun así la mayoría  seguía afirmando que el difunto estaba bien donde estaba.

           EL RELOJ DE LA VIDA NO TIENE PILA DE REPUESTO
                                                                                                         J. Hernández

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona