Dejé sin comer las uvas del año pasado y a poco dejo de vendimiar las de este año y es que mi reloj se descompuso; se le cayeron la agujas y a tiempo estuve de tener que recogerlas del suelo, ha sido un año para celebrar pues casi me despide embarcándome sin billete de vuelta y al final a poco me coge otra vez en la repesca y me apunta al concurso de los que ahorran vacuna porque ya están inmunizados para siempre, menos mal que esta vez el carrillón se detuvo en los cuartos antes de dar las doce y dio tiempo a que el relojero me hiciera una puesta a punto y aquí me tienen esperando la vendimia del nuevo año e intentando beberme la cosecha del pasado, es por tanto un año para celebrar que no pudo conmigo aunque me haya quedado un tanto biónico.
Ahora estamos
pendientes de la vacuna y digo yo que con el negocio que esto supone para las
farmacéuticas si no se les ocurrirá expandir un nuevo virus cada cierto tiempo
para tenernos que revacunar, bastaría disponer
unos cuantos afectados que con un par de estornudos nos tendrían a todos
acuartelados de nuevo, el mundo se ralentizaría otra vez la economía se iría
por los suelos y solo los más pudientes decidirían que nación se pone en marcha
primero y cuales se quedan rezagadas hasta pagar rescate a cambio de la
correspondiente dosis. Ustedes perdonen pero este tiempo de clausura da para
pensar y me pregunto cómo es posible que tengamos en tan poco tiempo una vacuna
para este virus hasta ahora desconocido y no seamos capaces de inmunizar a la
población de los países más pobres donde aún mueren por enfermedades y
epidemias que aquí están prácticamente extinguidas, este puñetero Covid ha demostrado
que todos dependemos de todos por muy alejado que esté el continente infectado
y si China nos contaminó por comer un murciélago África por su proximidad nos
puede mandar sus murciélagos vivos en vuelo rasante.
En este tiempo hemos
aplaudido, hemos llorado, hemos temido y hemos evitado, pero creo que no hemos
valorado a esa fiel infantería que vestida de amarillo se enfrenta a pecho
descubierto a cualquier contratiempo, los médicos y enfermeras esperan en los
hospitales a los pacientes ya motorizados y en muchos casos diagnosticados,
pero muy pocos se acuerdan que los enfermos no viajan por internet, ni llegan por
correo ni tiene poder la translación y
es que para llegar al hospital han tenido que actuar las dotaciones de las
ambulancias que a pecho descubierto arriesgan su salud y la de los suyos al
enfrentarse a un contagio o situación desconocida sin más protección que su
propia profesionalidad, el virus para ellos es uno más de los problemas a los
que tienen que hacer frente y solo
después de auscultar y valorar al enfermo pueden saber el riesgo a que están
expuestos, tampoco valoramos la responsabilidad que recae en el Técnico sanitario que después
de atendernos en nuestro domicilio escoge la ruta más idónea o el camino más
corto para llegar al hospital, de él depende el buen final de nuestra emergencia,
pero nadie se acuerda de ellos a la hora de homenajear o siquiera mencionarlos junto al resto de los sanitarios, para ellos
mi aplauso y mi agradecimiento.
2020 AÑO DEL CARACOL
NOS METIÓ EN CASA Y SACÓ AL BALCÓN
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