El patio de vecinos o la solana del pueblo que entretenían los ratos de ocio en otros tiempos fueron los adelantados de la revistas del cotilleo y la prensa del rumor y el faranduleo, el patio de vecinos que fue siempre tendedero de ropa, pulpito de intimidades y gorgoriteo de tonadilleras frustradas , era el recibidor comunitario donde se competía por la primicia de una boda, el escándalo de un embarazo o el rumor escuchado en la tienda de ultramarinos, todo el mundo ponía el oído en el alfeizar para escuchar a las “otras” antes de opinar en contrario, la sesión de patio de las mañanas no lo mejoraba ni el cuchicheo de misa de doce donde matillas y devocionarios marcaban el nivel social mejorable solo si iban acompañados de rosario marfileño con crucifijo de filigrana y sobrina de capellán. Aquel patio curaba angustias, rompía soledades y fomentaba una vida social a veces envidiada pero siempre entretenida y las mas de las veces elucubradora, era también bolsa de préstamos donde cotizaban la panilla de aceite el azúcar moreno o la miel de la alcarria y surgían los consejos para “coger” el bajo de la enagua o como darle la vuelta al abrigo de entretiempo.
Con la dichosa pandemia ha vuelto a nuestra casa el patio de vecinos,
para abrir la ventana ya no se utiliza la aldaba que abría el porticón ni la
barra de la fallera se activa girando el pomo, ahora nuestra ventana del patio tiene control remoto, la abrimos y
cerramos con solo apretar un botón y
podemos cambiar de vecindario, conocer el nombre de nuestros vecinos y sobre
todo esperar con impaciencia a que la del quinto salga con las venas del cuello
a punto de reventar para decir lo que piensa de la “Cantora” de turno y la del rellano
con la cara “lubricada” diga que ella mata por un quítame estas pajas o el
calvo se arrepeche para contradecir a la antes ensaladera mientras la macarena
ahoga su pena con lagrimas de pega y el del cairel indefinido abra y cierre las
persianas para subir la temperatura. Esta televisión llamada despectivamente “basura”
que quizá no tenga muchos valores morales en estas circunstancias es el patio
de vecindad que distrae, evade, rellena tiempos de desazón y hace olvidar a
muchos de nosotros el magma en que estamos sumidos.
Esta pandemia tendrá como epilogo muchos casos de ansiedad,
depresión y angustia, el aislamiento está ocasionando estrés y agravando dolencias ya diagnosticadas pero
quizá tengamos que lamentar también la incorporación en nuestra manera de vivir
un léxico soez e inmoral y la ausencia de valores en beneficio de la supremacía,
el despotismo y la chabacanería, todo ello sumado a la bajeza moral de la
sociedad que se declaraba adalid de la honradez
y la justicia.
EL IDIOMA DEL CARRETERO
SE ESCRIBÍA CON LA TRALLA
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