He regresado al futuro, las actividades y sobre todo el dentista están en la ciudad; tengo que reconocer que me ha costado dejar mi retiro pero me conformo con que solo es un hasta luego dando por seguro que los eucaliptos no se moverán de su sitio ni las encinas dejarán de dar bellotas ni tampoco los jabalíes dejarán de hacer su ronda habitual escoñándome los almendros o desfoliando las macetas de mi parienta.
En la ciudad echo de menos entre otras cosas la primera meada
a la salida del sol, tengo por costumbre hacerlo entre los matorrales dibujando
algoritmos sobre las piedras mientras observo como las lagartijas sorprendidas y sin chubasquero
corren despavoridas a guarecerse en la cavidad más próxima o como la
kilométrica procesión de las hormigas cabezonas suspenden su acarreo por unos
instantes intentando comprender de dónde demonios les viene el diluvio, no es
que me divierta todo esto pero tengo que admitir que es una especie de relax
que me reafirma que estoy en medio de la
naturaleza sin nadie a mi alrededor, por eso cuando estos días veía en la
televisión la numerosa manifestación de un grupo de mujeres protestando contra
una sentencia absolutoria por la publicación de sus fotos meando en una calle de
su pueblo me dio pena pensar que en su recorrido rural y penitencial de la cual
formaban parte no hubiera campo ni
acequia en la que el mingitorio estuviera fuera del alcance de un objetivo
indiscreto, pero tampoco se me escapa que lo que habrían de celebrar es que el
alcalde del municipio nos les impusiera una multa por ensuciar en la vía pública,
otra por atentado contra la salud por la contaminación desprendida de sus
purines y otra por daños causados en una propiedad privada y multa también a
los organizadores del evento por no proveer de sistemas evacuatorios portátiles
en los distintos tramos de la andadura.
Total que a esta peregrinación yo la titularía la de las meonas no por quitarle protagonismo al santo o a la santa homenajeada ni por el milagro de haber escapado de las multas sino porque no encontraran campo en una zona despoblada si buscaran el placer de hacer sus necesidades entre el aroma de los tomillos, los brezos, el cantueso y el romero y si además como parece el sitio y el modo eran habituales cada año quiero pensar que la parada al ser tan numerosa como parece habrían de hacerla por turnos y con ello que las últimas en posicionarse quizá consiguieran alcanzar indulgencia plenaria.
EL REGAR CON REGADERA SALPICA PIES Y MOJA ERA
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