Hace unos días recibí su llamada, es hombre de frases cortas
y chistes largos su precaria salud no le resta ánimos como tampoco se inhibe de
reírse de sí mismo, hombre hecho con pisón de fragua y temple de acero persigue
lo que quiere con constancia franciscana y olfato de sabueso, su vida no ha
sido fácil y nadie adivinaría que bajo el envoltorio de su gracejo se esconde
un luchador social que dribló duros regates a la vida y también al franquismo.
Nos hemos visto en el Bar La Higuera en la calle Fastenrath, sin muchos
preámbulos y entre chistes y refranes me entrega el pendrai que tanto tiempo ha
perseguido: es la recopilación de años de festejos populares que un grupo de
vecinos organizábamos cada año en aquella calle para deleite de la chiquillería
y no menos regocijo de la gente madura.
De todo esto han pasado treinta años, en aquel tiempo las
calles del barrio eran nuestras durante un fin de semana, el ingenio sustituía la falta de medios y la escasa aportación
institucional se rellenaba con la colaboración vecinal y no pocas rifas y
sorteos, nuestra calle en aquellos días era
el epicentro de los barrios del entorno, paso obligado de feriantes y parada deseada
por las orquestas populares, también hubo encierro de vaquillas provenientes
del país vasco y más de un chaval hoy padre de familia se acordará de haber
participado en la competición por equipos del bocadillo de de mas de dos metros
que se rellenaba con cuanto la gente nos
lanzaba desde sus balcones o la yincana
imposible o los mil juegos improvisados con material reciclado. Teníamos
asegurada la visita y el agradecimiento del honorable Pujol y también del
alcalde Maragall vendiendo como marchamo de categoría a nuestra fiesta lo que
en realidad era votos populares a su candidatura.
El encuentro de hoy ha tenido un halo de nostalgia y no poca
melancolía, de aquel grupo de entusiastas quijotescos y osados emprendedores solo
quedamos nosotros dos, desgranar nombres ha sido repasar una lista de grandes
amigos hoy desaparecidos, el propio hermano de mi interlocutor Ángel Carrión
hombre serio, pertinaz y constante, el amigo Evaristo pendiente siempre de la
megafonía y almacenamiento escrupuloso de material, incontables colaboradores y vecinos
conocidísimos que ponían la salsa a todo
cuanto ocurría a las puertas de su casa, de todos ellos y de nosotros mismos
solo quedará como recuerdo este pendrai del que hoy me hace entrega y aunque no
me acompañe la fuerza en su honor no
puedo dejar de gritar el eslogan de aquella andadura: ¡LA
CALLE NO ESTÁ DE FIESTA, LA CALLE “ES” UNA FIESTA!
LA VIDA ES UN CARRUSEL SIN FRENO DE
EMERGENCIA
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tiene a su disposición este espacio para sus comentarios y opiniones. Sea respetuoso con los demás