lunes, 8 de noviembre de 2021

MONOLOGO CON MI SONRISA

Hoy he tenido el primer encuentro con mi sonrisa, ha sido una presentación informal, ella displicente y falta de sentimiento me ha escuchado como quien oye llover sin inmutarse ni cambiar de rictus, la he recordado que tiene que estar orgullosa de haber nacido más guapa y mas coqueta  que sus predecesoras aquellas sonrisas de sucedáneo marfileño que lucían nuestros padres y abuelos donde el sonreír era protocolo obligado y no hacerlo o tapándose  la boca con la mano era signo de vergüenza, pero nada; no me hace caso y sigue sin intentar una mueca ni mostrar el más leve signo de agradecimiento. No he podido hacerla razonar sobre lo doloroso de su alumbramiento y el sufrimiento que supuso tenerla conmigo, pero ella sigue en sus trece y mantiene su posición intransigente y mezquina  mirándome desde su pedestal con aire de suficiencia y  altanería más propia de reina en  trono de importación.



 A pesar de todo no he podido resistirme; la he cogido en brazos con mucho cuidado como el que coge a un niño recién nacido pero cuando he  querido darle el primer beso me ha hecho la cobra y con ello me ha provocado un sufrimiento gratuito, en ese momento  la hubiera estampando contra la pared pero me he contenido pensando en las peripecias  pasadas hasta tenerla conmigo, ¡Tanto tiempo!  ¡Cuanta Incertidumbre! y cuantas discusiones hasta encontrar el mejor modo y el sistema más idóneo para su consecución pero… lo intento de nuevo y otra vez en mis brazos me  he olvidado de su desprecio y por fin nos fundimos en un beso tan profundo que hubieran de venir con palanca para podernos separar.



Su caminar es ahora pautado, señorial y elegante; propio de portada de revista de corazón y tan perfecta que no llegaría a desentonar en un concurso de risas histriónicas. Para romper el hielo la he invitado a comer espaguetis gratinados salpicados  con carne de pollo que ella ha regado con kétchup según su antigua tradición,  tampoco ha hecho ascos a la ensalada con granos rojos de granada  ni al pan de cocción lenta ni tampoco al  postre ni al cafetito que hemos tomado juntos en mi sillón orejero. Al final no he podido  resistirme a sus encantos y tras un beso apasionado nos hemos dormido plácidamente compartiendo hasta la salivación y jurándonos amor eterno, a partir de ahora seremos inseparables.

                LA SONRISA ES LA TELONERA DE LA CARCAJADA

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona