El paraje agreste era más propio de colonos del medio oeste americano que de los idealistas que lo reforestaron, es obvio que carecía por tanto de los servicios más básicos pero nada resultó imposible para que aquellos entonces jóvenes fueran creando su rincón en medio de la naturaleza. La captación de aguas y la distribución correspondiente fue una de sus metas, replantear accesos transitables por prestación y esfuerzo personal fue un logro que en principio parecía inalcanzable, pero exponer y que fuera aprobado su proyecto ante las distintas administraciones supuso la parte más ingrata y un más que penoso peregrinaje que solo la férrea voluntad y el convencimiento de poder llevar adelante su propósito consiguió sacar adelante.
Pero al cabo de los años la montaña se hizo carne de
especulación, donde eran caminos el ayuntamiento
imponía calles de diez metros de ancho mas tres metros de acera con sus
correspondientes rotondas, la naturaleza según su criterio quedaría cinchaba
con alquitrán y cemento, el respeto al medio ambiente se sacrificaba canalizando
cauces y suprimiendo arbolado, la amenaza de nuevos impuestos y cargas
económicas hicieron desistir a muchos de los primeros vecinos, de nada
sirvieron auténticos mítines asamblearios ni argumentaciones previniendo lo que
representaría la deforestación para el propio municipio al cual pertenecían,
nada de esto dio resultado hasta que una joven e intrépida abogada destapó el
desaguisado y puso al descubierto como el ayuntamiento y la mal llamada junta
de compensación se había saltado leyes y normas
con el fin de llevar a cabo tamaño despropósito. Mientras tanto nadie
nos dijo que los terrenos que quedaban disgregados de este proyecto de
urbanización estaban pasando a manos de
los mismos que tan tozudamente intentaban imponer su ley.
La historia que estoy desgranando puede perecer un cuento
pero desgraciadamente es real, las mismas personas o personajes que ahora se
manifiestan como adalides de la protección del medio ambiente son los mismos
que querían forrar con cemento una de las montañas más interesantes de Olesa de Montserrat, son los mismos que hicieron desistir a los antiguos
vecinos para que vendieran sus propiedades a precio de saldo y son los mismos
que en convivencia con los organismos oficiales están haciendo mangas y
capirotes para retener a su nombre las propiedades fraudulentamente arrebatadas,
desgraciadamente este cuento no ha terminado, la administración es lenta
necesita años para borrar la huella que dejó la bota especulativa.
La contaminación y el calentamiento global son consecuencia
del egoísmo, detenerla es dejar de consumir, detenerla es leer la naturaleza, detenerla no es llenar los contenedores
es reutilizar recipientes, detenerla es intentar ser autosuficientes, detenerla
no es plantar árboles es no derribarlos, detenerla es pensar que somos hijos de la misma madre que queremos destruir.
NO PLANTES UN ARBOL, TRATA DE NO
PISARLO
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