domingo, 14 de noviembre de 2021

EL CALENTAMIENTO GLOBAL COMIENZA EN EL FELPUDO DE CASA

El paraje agreste era más propio de colonos del medio oeste americano que de los idealistas que lo reforestaron,  es obvio que carecía  por tanto de los servicios más básicos pero nada resultó imposible para que aquellos entonces jóvenes  fueran creando su rincón en medio de la naturaleza. La captación de aguas y la distribución correspondiente fue una de sus metas, replantear accesos transitables  por prestación y esfuerzo personal fue un logro que en principio parecía inalcanzable, pero   exponer y que fuera aprobado su proyecto ante las distintas administraciones supuso la parte más  ingrata y un más que penoso  peregrinaje  que solo la férrea voluntad y el convencimiento de poder llevar adelante su propósito  consiguió sacar adelante.



Pero al cabo de los años la montaña se hizo carne de especulación, donde eran caminos el  ayuntamiento imponía calles de diez metros de ancho mas tres metros de acera con sus correspondientes rotondas, la naturaleza según su criterio quedaría cinchaba con alquitrán y cemento, el respeto al medio ambiente se sacrificaba canalizando cauces y suprimiendo arbolado, la amenaza de nuevos impuestos y cargas económicas hicieron desistir a muchos de los primeros vecinos, de nada sirvieron auténticos mítines asamblearios ni argumentaciones previniendo lo que representaría la deforestación para el propio municipio al cual pertenecían, nada de esto dio resultado hasta que una joven e intrépida abogada destapó el desaguisado y puso al descubierto como el ayuntamiento y la mal llamada junta de compensación se había saltado leyes y normas  con el fin de llevar a cabo tamaño despropósito. Mientras tanto nadie nos dijo que los terrenos que quedaban disgregados de este proyecto de urbanización estaban  pasando a manos de los mismos que tan tozudamente intentaban imponer su ley.



La historia que estoy desgranando puede perecer un cuento pero desgraciadamente es real, las mismas personas o personajes que ahora se manifiestan como adalides de la protección del medio ambiente son los mismos que querían forrar con cemento una de las montañas más interesantes de Olesa de Montserrat, son los mismos que hicieron desistir a los antiguos vecinos para que vendieran sus propiedades a precio de saldo y son los mismos que en convivencia con los organismos oficiales están haciendo mangas y capirotes para retener a su nombre las propiedades fraudulentamente arrebatadas, desgraciadamente este cuento no ha terminado, la administración es lenta necesita años para borrar la huella que dejó la bota especulativa.

La contaminación y el calentamiento global son consecuencia del egoísmo, detenerla es dejar de consumir, detenerla es leer  la naturaleza, detenerla no es llenar los contenedores es reutilizar recipientes, detenerla es intentar ser autosuficientes, detenerla no es plantar árboles es no derribarlos, detenerla es pensar que somos  hijos de la misma madre que queremos destruir.  

            NO PLANTES UN ARBOL, TRATA DE NO PISARLO

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona