Al timo de las mascarillas yo lo llamaría el del “Ta pa chucho” el de “A la saca con el sapo” o el del A “yunta” que viene la junta, todo esto que ahora suena a esperpéntico yo lo estoy sufriendo en mis propias carnes desde hace años. Una urbanización que auspiciada por el ayuntamiento de Olesa de Montserrat (Barcelona) que resultó ser un fraude, saltándose la normativa sobre el impacto ambiental, sin respetar el medio ambiente, soslayó todo tipo de impugnaciones y defendió una inversión faraónica e innecesaria que podría haber afectado incluso al propio núcleo urbano y se permitió el lujo de amenazar con embargos a todo propietario y que no estuviera de acuerdo, tuvo la osadía de cobrar recargos por cuotas ilegales no pagadas y ocultó de forma premeditada la encerrona que estaban planificando personas y empresas adscritas al propio ayuntamiento no solo tendría que haber dimitido si no que deberían estar en la cárcel.
Todo se les vino abajo como un castillo de naipes tras el
trabajo de una incipiente abogada que con tesón de hormiguita puso de
manifiesto que la arrogancia y el trato altanero de los representantes del
consistorio ocultaba intereses espurios o cuando menos participaba como
colaborador necesario, el resultado de todo ello es que las zonas aledañas no
incluidas en el proyecto de urbanización estaban inscribiéndolas como suyas insignes
prebostes (medalla del Ayuntamiento incluida) para ellos mismos o con testaferros interpuestos en nuestro indignante
y denigrado catastro catalán.
Hasta aquí la primera parte de la historia, lo que sigue es
que por casualidad nos enteramos del cambalache montado entre oligarcas y capos
comarcales y cuando en el mismo catastro admiten haber sido víctimas de un
fraude de ley en el que se manejaron documentos falsos y errores garrafales en
la tramitación y lo normal hubiera sido denunciarlo inmediatamente no solo no
lo hicieron si no que para ocultarlo el propio catastro te enmaraña entre mil
papeleos planos y contra planos e incluso plazos para recursos imposibles de
cumplir y resoluciones estándar que nada tienen que ver con la petición
planteada. De esto que les hablo han pasado unos cuantos años , el Ayuntamiento
se lava las manos, el catastro contesta cuando quiere, con retrasos injustificables y respuestas sin sentido y yo jubilado casi
extinto he tenido que vomitar mis ahorros para defender una propiedad adquirida
por mi hace más de cincuenta años sin que hasta ahora nadie aporte una
solución. Emprender la vía judicial requiere aún más tiempo y dinero, tiempo
que ya no tengo (casi ochenta años) y dinero que ya no puedo distraer, todo por
unos estafadores sin escrúpulos a los
que la justicia no persigue y los que habían de protegernos se inhiben
descaradamente. ¿Alguien da más? ¿Alguien como yo puede extrañarse de los
chanchullos que se descubren en la prensa cada día? ¿Tendré que cometer algún
disparate para que alguien me haga caso? Mí tiempo se acaba, mi paciencia
también y empiezo a pensar que a estas alturas ya no tengo nada que perder.
AL CATASTRO:
LEJIA, ESTROPAJO Y UN LEBREL QUE SIGA EL
RASTRO
J. Hernández
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